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Sin mirar mucho los números del balotaje doy paso al centro de esta nota: la alegría popular que vivió anoche más de medio Uruguay, y las causas que la construyeron. Ganó Orsi: como símbolo de una matriz de país. No cristalizó la otra imagen: Delgado no enamoró más gente que el frenteamplista; no conservó supuestos apoyos anónimos, por miles.

¿Por qué perdió Delgado? Su imagen, propuesta y entorno no cautivaron al uruguayo medio: lo corrieron. ¿Ganó Orsi solo? Para la historia sí, pero en la elección vencieron su aplomo, su forma de dirigirse a propios y ajenos, el contenido de la propuesta colectiva que le correspondió representar, y la gente que lo rodeó de cerca. Venció la idea tan uruguaya de vivir en paz. La no agresión, su permanente convite a construir en conjunto, su idea sin poses de llamar a la construcción colectiva, su conocimiento de que este pueblo es esencialmente sencillo, sobrio y tolerante.

Llegó la alegría transformada en abrazos sin fin, pero no vino sola, trajo el compromiso de cambiar bases que están en mal estado y pueden derrumbar la nación en el extremo más pesado: el de los desposeídos, que son los más.

Yamandú Orsi no jugó solo en la reconquista del gobierno para el progresismo; tuvo un importante núcleo de difusores de las ideas comunes de equidad, justicia social, empleo, seguridad, buen relacionamiento interno e internacional. En general no hubo posiciones destempladas, promesas vanas o agresiones, aún en situaciones de agravio. La transmisión del credo progresista, sobre todo hacia quienes no son frenteamplistas, fue eficaz. Decenas de miles de votantes que habían apoyado a colorados, cabildantes y demás miembros de la coalición, “migraron” a la fórmula Yamandú-Carolina. Lo hicieron seguramente en busca de perimir la idea de los “malla oro”, el “desborde” para calmar la sed de todos, la ofensa como argumento y la amenaza de “un país sin izquierda”. Desde Artigas (la figura decisiva en la formación del ser Oriental), en esta tierra los poderosos se respetan, pero no imperan; la igualdad entre habitantes ha sido clave. Orsi la promovió con sus propuestas (formuladas por miles de militantes en el Programa del Frente Amplio), y la difundió en forma de acciones concretas y creíbles, para mejorar la vida sencilla de los pobladores. Cientos de referentes las difundieron por todo el país…

No hay misterios: mejores jubilaciones, promover empleos para miles de jóvenes, equidad en la salud, frenar la destrucción de la educación popular, no discriminar por pensar distinto, ofrecer un gobierno “honesto y transparente”, construir seguridad, son propuestas necesarias y creíbles que los votantes asumieron.

Pasada la etapa de rastrillar votos entre blancos, colorados y demás, para ponerlos luego en la misma bolsa a favor de un presidente, vino la reacción popular. Las “películas” de enfrentamientos internos ya no tuvieron razón de ser y hubo que decidir en serio, sin partidos de eliminatorias. Ahí quedó el cerno de la cuestión.

Entonces ganaron Orsi, Carolina, el Ser Artiguista, el Batllismo , el Wilsonismo, la Izquierda y el Progresismo. Síntesis perfecta para la mayoría de los uruguayos.

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