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Si bien es muy prematuro para juzgar a un gobierno que recién comienza, los días pasan… y hasta ahora, nada cambió. Como ciudadanos —porque yo también soy parte de esto— venimos escuchando promesas desde hace meses, algunas incluso muy fuertes: que había una emergencia social, que la prioridad eran los más pobres, que se venían medidas urgentes para la gente que está sin trabajo. ¿Y qué vimos hasta ahora? Nada.

Se habla y se habla de “diálogo social”, como si eso alcanzara para llenar el plato. Y ojo, no estamos en contra del diálogo. Bienvenido sea si es sincero y trae soluciones. Pero mientras las mesas se llenan de discursos, las ollas de nuestras casas siguen medio vacías. Porque el arroz blanco sigue siendo el menú de muchos, y el pollo se volvió un lujo.

Nos dijeron que venían a gobernar para los que más lo necesitan. Pero los que más lo necesitan siguen esperando. No hay medidas nuevas para los desocupados, no hay planes claros para mejorar el ingreso de las familias trabajadoras. Lo único que anunciaron hasta ahora es que van a continuar con los Jornales Solidarios… un plan que, dicho sea de paso, fue implementado por el gobierno anterior. ¿Y lo nuevo? ¿Y el cambio tan prometido?

Esperábamos algo más que continuidad. Esperábamos respuestas. Esperábamos que, si tanto se hablaba de emergencia, entonces lo primero fueran medidas urgentes, de impacto. Pero en lugar de eso, lo único que se repite es la misma frase en cada entrevista: diálogo social. Y otra vez, diálogo social.

No se puede vivir del discurso. No se puede pagar el alquiler con buenas intenciones. La gente quiere soluciones reales, palpables. Un anuncio que nos devuelva algo de esperanza. Un gesto que muestre que hay compromiso con quienes todos los días nos levantamos temprano para seguir remando.

Yo no tengo respuestas mágicas, como muchos de ustedes tampoco las tienen. Pero sí sé que necesitamos algo más que palabras. Porque hablar está bien, pero vivir cuesta. Y mucho.

En el fútbol, cuando arranca el partido, no podés pasarte los primeros 45 minutos tocando la pelota en tu área, esperando que algo pase. Si decís que saliste a ganar, tenés que ir al frente, mostrar actitud, buscar el arco rival. Porque si te pasás todo el primer tiempo sin patear al arco, después no te quejes si te silban desde la tribuna.

Lo mismo pasa en la política. Si venís con promesas grandes, tenés que mostrar desde el arranque que vas en serio. Nosotros, los de la tribuna —el pueblo— no queremos más partidos con cero emoción. Queremos ver jugadas claras, goles para la gente, no solo pases entre los de siempre.

Porque sí, el diálogo es importante. Pero los partidos también se ganan con goles. Y con diálogo solo, no se llena la olla.

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