La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Una importante figura política hizo una afirmación contundente: “no hay que hacer sólo obritas vistosas…”. Se refería a algunas realizaciones del gobierno departamental de hace varios años, que no redundaban en beneficio de la población, sino que sólo contribuían a su distracción. Gobierne quien gobierne, maneja recursos que aportó toda la población, sin importar a quién votó. Por tanto bueno es tratar de tener un plan de gobierno que contemple la mayor cantidad de necesidades. No se trata sólo de “distraer y entretener” la gente, que está bien; fundamentalmente se trata de que esa población tenga satisfechas sus necesidades más importantes. Hay que buscar el desarrollo.

Las obras vistosas alegran la vista, pero no dan de comer. Claro: no sólo de pan vive el ser humano; bueno es sentirse confortable, alegre, entretenido, pero sabedor de que al otro día de un disfrute, se tiene un empleo del cual vivir.

El desarrollo y la distracción pueden convivir, pero en un justo equilibrio. Los bienes de la población (sus impuestos, su contribución inmobiliaria, la patente de la moto) se multiplicarán si por lo menos una parte de ellos se emplean en desarrollar formas de vivir mejor: empleos dignos y genuinos, seguridad colectiva, atención de salud, cuidado de necesitados, caminos y calles de calidad y todo aquello que significa inversión generadora de desarrollo.

En todos los departamentos estos razonamientos son válidos, pero me interesa fundamentalmente en Salto. Necesitamos (no se asuste) generar unos 8000 empleos genuinos para abatir la desocupación y “blanquear” unas 30.000 changas en negro. Los datos no son invento, son comprobados.

La misión no es imposible; sólo se trata de orientar bien los miles de millones de pesos que anualmente recauda la Intendencia (más de tres mil quinientos millones ).

Si me preguntan qué priorizaría en una Intendencia, contesto al toque: el desarrollo. Porque con él se garantizará bienestar, distracción y el confort. Es como en una familia, que tiene ingresos acotados (como la Intendencia), si no se prioriza la subsistencia: alquiler, alimentos, salud, vestimenta, educación, se está en la calle. Si la familia sólo procura pasarla bien mientras tiene recursos, cuando estos se acaban a mitad de mes, la pasará muy mal.

Los fondos que se recaudan de los tributos municipales y los que provienen del Estado Nacional, son como el salario familiar: deben administrarse bien. No se trata de transformar la Intendencia en una empresa lucrativa, pero si en una institución sólida. Cuando se logran los equilibrios, hay que mantenerlos. No es este el caso de Salto, que arrastra una carga de endeudamiento ajeno y propio, pero la búsqueda del equilibrio debe ser una meta. No puede aumentarse impuestos, no debe acrecentarse el gasto en contrataciones innecesarias, no es posible destinar recursos a acomodar amigos, gobierne quien gobierne. He desarrollado toda mi vida política al impulso de esas ideas: los intendentes administran plata ajena, que debe volver al Pueblo en servicios y bienestar. No sólo los ámbitos de distracción generan buen pasar; estos, como la bonanza, llegarán con el desarrollo.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte