El Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra es una dependencia del Sodre destinada a reunir, preservar, documentar y difundir su acervo, conformado por colecciones audiovisuales. Se trata de la principal repartición del Estado dedicada a custodiar y dar a conocer el registro visual y sonoro de personalidades, manifestaciones artísticas y acontecimientos sociales, culturales y políticos que han sido considerados de importancia en el ámbito público. Sus materiales más antiguos datan de finales del siglo XIX, dando cuenta del vasto período histórico que abarca su patrimonio.

Según la página electrónica del SODRE, los orígenes de este gran archivo pueden rastrearse hasta 1912, cuando se creó la Sección Fotografía de la Oficina de Exposiciones del Ministerio de Industria, destinada a dar a conocer el Uruguay en el exterior.

En 1917, esta oficina pasó a estar a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores y se creó en su seno la Sección Fotocinematográfica, que en 1935 pasó a formar parte del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social, como División Fotocinematográfica y, 25 años después, en 1960, pasó a integrar el Sodre.

En 1985 se decidió fusionar la División Fotocinematográfica con el Departamento de Cine Arte del Sodre, que había sido creado el 16 de diciembre de 1943 con la función de “documentar y estudiar el nacimiento, progreso y evolución del arte cinematográfico, arte múltiple de nuestros tiempos en todas sus manifestaciones”.

A partir de esa unión, el 16 de enero de 1986 quedó oficialmente conformado el Archivo Nacional de la Imagen.

Es así que en setiembre, el Consejo Directivo resolvió definir los cometidos del Departamento Fotográfico del Archivo en la producción (o recolección), catalogación y archivo de fotografías relativas a: acontecimientos nacionales o locales de significativa importancia en toda la República.

El Sodre contaba, además, con un registro de voces recopilado por el Museo de la Palabra, surgido como Archivo de la Palabra en 1959 con la finalidad de “recoger y conservar las voces de quienes en el campo nacional o internacional se han destacado en sus respectivas disciplinas”.

En 2012, el Museo de la Palabra se unió al Archivo Nacional de la Imagen, que pasó a denominarse Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra.

Once años antes, la Junta Departamental de Salto, ya había discutido un Proyecto con una finalidad similar, finalmente convertido en el Decreto Nº 6041/01, creyendo que sería un instrumento formidable para acrecentar nuestro patrimonio histórico-cultural y para legarlo a las generaciones venideras y creó el Archivo de la Imagen y la palabra.

En estas páginas, hemos señalado en anteriores oportunidades que, lamentablemente, pese al tiempo transcurrido, el asunto no fue tenido en cuenta por las distintas Administraciones que gobernaron el Departamento y nunca se reglamentó el Decreto citado.

A lo largo de estos años, se ha perdido irremediablemente el contenido de numerosos discos de los años 60 y 70 con grabaciones en acetato- pues el tiempo degrada ese material- y se arruinaron las escasas filmaciones en 8 milímetros de aquellos años, e incluso algunas anteriores, de incalculable valor.

Salvo algunas iniciativas aisladas- sin un marco jurídico adecuado y presupuesto acorde- poco y nada se ha hecho en la órbita municipal.

En el campo privado se ha podido salvar, milagrosamente, parte del Archivo Murguía en manos del «Museo Itinerante», aunque se perdió casi todo el material fotográfico y los negativos de Van Dick, Cine Foto Gama, Diarios, etc.

Pero como hecho importantísimo en esta materia, es de señalar la aparición de las redes sociales, lo que ha contribuido al rescate de nuestra memoria histórica.

Nos preguntamos: ¿Es que acaso no valoramos nuestro pasado? ¿Acaso no nos interesa conocer lo ocurrido en tiempos pretéritos? ¿Dejaremos que el tiempo siga arruinado los medios en que fueron registrados los acontecimientos del ayer?

Seguiremos insistiendo en este tema. ¡Rescatemos la memoria colectiva antes que sea demasiado tarde!