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A veces cuando hablamos de cambio climático pensamos en grandes laboratorios y situaciones complejas y no nos damos cuenta de que lo hemos hecho mal, entre todos y que de paso vamos rearmando el mundo a la medida de nuestro sistema y que cada tanto el planeta sacude su epidermis y ahí nos acordamos de lo mal que hemos hecho las cosas.

Vayamos a algunas situaciones que hemos estado viviendo y que perfectamente muestran cómo hay cosas que han cambiado exclusivamente por el accionar del hombre. Primero al tema del calor. Pensemos lo siguiente, todos nos quejamos de la ola de calor, de lo mal que se pasa, que todo siempre está caliente y a veces nos exponemos a la tentación de decir que hace más calor que antes. Y es cierto aunque no tan así. El profesor Juan Carlos Palacios, que de esto sabe un montón, marcaba en una conferencia que la ciudad tiene entre cuatro y seis grados más que el campo debido a que el hormigón no termina de refrescar y que esa situación genera que por ejemplo nos enfrentemos a una ola de calor que no disminuye en las sombras de la noche. Calor, no es lo mismo que caiga el sol entre árboles frutales, campo y pasto a que lo haga entre edificios y calles de bitumen. Eso también es cambio climático y es el avanzado estado de lo que ha generado el hombre y su accionar. Todos aplaudimos la urbanización pero de fondo tiene sus costos.

A eso le podemos agregar la visión de la Sociología Urbana sobre la que hemos avanzado en estudio y preparación. Desde esta rama del conocimiento se hace hincapié en cómo se han ido achicando las casas de hoy en día frente a las de antes. Miremos la arquitectura en Salto y nos daremos cuenta lo que eran aquellas casas altas, con balcones, espacios amplios, techos lejos de la cabeza de la gente por decirlo de una manera risueña pero que marcan una realidad, se estaba ante una situación donde había espacios para andar, no como ahora que las viviendas se han ido achicando, también el tamaño de las aberturas, por caso las ventanas lo que hace que el aire no circule como sería deseable. Los fondos se achicaron y por seguridad se llenaron de muros altos lo que también recalienta e impide el paso del aire. Donde antes había dos pisos ahora hay casi cinco, claro todo más económico y eso se paga a la larga. Antes había diez familias en una cuadra, ahora muchas más y ni hablar si se aprovecha un espacios para un núcleo de viviendas, lo que no vamos a decir que está mal, pero acarrea sus consecuencias y eso por ejemplo se nota en el recalentamiento de las ciudad. Antes había fondos llenos de árboles frutales, hoy el mercado lo proporciona todo, se puede comprar un racimo de uva en el supermercado pero eso quitó verde de los fondos que se llenaron de piecitas, garages, otras viviendas y se perdió el verde del final de un terreno.

El avance de las ciudades, el encogimiento de los espacios verdes, la apetencia de la industria de la construcción por ocupar todos los terrenos posibles ha hecho que de a poco se pierda casi todo espacio que se preciaba de tal como útil a la hora de encontrar lugares verdes. Por eso volvemos a lo del profesor Palacios y vaya si tendrá razón al decir que hay entre cuatro y seis grados de diferencia entre los lugares urbanizados de los que no. A partir de lo cual se genera esta realidad terrible de calor que solo combatimos con aire acondicionado.

Que nos obliga a más implementos y más energía lo que de a poco pagamos pues nuestros actos se han ido divorciando del respeto a la naturaleza.

 

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