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Se habla mucho de la aprobación o no aprobación del Presidente Lacalle Pou. En realidad, se ha hablado durante todo su mandato y no ha dejado de hablarse y manejarse porcentajes de aprobación o desaprobación incluso al momento de dejar el cargo, lo que ocurrirá en pocos días. Hoy se nos ocurre interesante unir ese tema con otro, sobre el que se lee y escucha muchísimos comentarios en las últimas horas: la presencia o no de los presidentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua en el acto de traspaso de mando de Luis Lacalle Pou a Yamandú Orsi.

Tiene que quedar claro que acá no hay una cuestión de partidos políticos. No es, como dicen algunos, que desde el Frente Amplio se procura que vengan y desde los otros partidos no. La prueba clara es que dentro del propio Frente Amplio hay quienes rechazan de plano la venida de estos tres dictadores.

Ahora bien, ¿qué dicen Orsi y Lacalle? Lacalle tiene una postura firme: dictadores no deben estar. Orsi es, por decirlo de alguna manera, dubitativo (pero nada menos que quien será su secretario, Alejandro Sánchez, dijo que las invitaciones se cursarían como a cualquier otro mandatario). La duda de su Presidente en temas tan profundos, es mala señal para un país. Pero hay cosas peores. Peor por ejemplo, es que Juan Castillo, que desde el 1º de marzo no será un ciudadano más sino un Ministro, diga cosas como estas: “a Maduro lo eligió el pueblo de Venezuela” o “allí no hay dictadura”, cuando no se precisa mucho razonamiento para saber que eso es un disparate. Hay un dato que no es menor, señor Castillo, y que usted parece olvidar: un uruguayo llamado Fabián Buglione, hasta el momento reportado como desaparecido, ya lleva meses prisionero en Venezuela y además, expuesto a condiciones inhumanas, degradantes. Por supuesto que no precisaría hablar de un uruguayo, no es necesario hablar de una persona en particular, con que hubiera personas de las nacionalidades que fuese y así sea una o sean miles en estas condiciones, ya sería suficiente para alzar nuestras voces de repudio. Pero queremos decir que, incluso desde el punto de vista simbólico, que haya un uruguayo atravesando lo que está atravesando Buglione, alcanzaría con creces para aprobar lo que dice Lacalle: dictadores que no vengan.

Por otra parte, hemos escuchado dos críticas puntuales al actual presidente uruguayo, con las que no coincidimos. Una, que ya no debería opinar, por el hecho que está a punto de dejar el cargo. Otra, que hace cinco años invitó a personalidades que después tuvieron problemas graves con la justicia, como la Presidente de Bolivia. En el primer caso, digamos que el Presidente tiene tal cargo hasta el momento en que se realice el traspaso, ¿cómo no va a poder opinar entonces? Puede y debe hacerlo. En lo otro, siempre hay que mirar para adelante, ¿o es que porque alguna vez vino alguien que no tiene el mejor currículo, ahora hay que abrir las puertas del país a cualquier dictador torturador?

En definitiva, se lo mire por donde se lo mire, entendemos que es bueno para la salud de cualquier democracia, no abrir las puertas a dictadores: de derecha, de izquierda, de arriba, de abajo, de centro…

Es más, nos animamos a decir que si alguien quisiera medir la aprobación que tiene la actitud concreta de Lacalle de trabar las invitaciones a los tres dictadores, el resultado sería un porcentaje altísimo. Estamos convencidos que sería aprobada por casi todo el pueblo uruguayo, sin distinción de partidos. Con Lacalle Pou hemos discrepado y nos hemos enojado por miles de cosas, pero en esto, estamos seguro que tiene gran aprobación.

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