Gobierno de último minuto
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Por Pedro Rodríguez
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Existe una frase popular que dice: "Cada pueblo tiene el gobierno que se merece." Y hoy, en Salto, a pocos días de las elecciones, esa frase suena más fuerte que nunca. Vemos a un gobierno desesperado, corriendo a tapar los pozos de las calles, levantando basura acumulada por meses, trayendo a último momento autoridades nacionales para decirnos que el tratamiento de residuos está bien, cuando todos sabemos que no es así. Escuchamos a la contadora municipal declarar que las finanzas están equilibradas, mientras la deuda supera los 50 millones de dólares. Y como si fuera poco, nos presentan como un logro que “se pagaron los sueldos”, algo que debería ser básico en cualquier administración.
Otra vez, como en cada campaña, aparecen anuncios de construcción de barrios y obras privadas que nunca llegan a concretarse. Son promesas que conocemos bien: ya las escuchamos antes, y sabemos cómo terminan. La realidad de Salto sigue siendo la misma o peor. La caminería rural está olvidada. La iluminación pública falla cada vez más. La recolección de residuos es deficiente. La cultura se ve abandonada, con el cierre de los muesos , y de espacios como el zoológico y casi una década sin transporte público los domingos.
Y ahora, después de diez años, nos dicen que "llegó la hora del desarrollo". ¿Después de tanto tiempo de promesas incumplidas?
Yo no les creo. Porque una década no es poco. Es tiempo suficiente para transformar una ciudad si realmente hay voluntad de hacerlo.
El déficit económico de Salto podría ser perdonado si la prosperidad fuera visible. Pero en lugar de crecimiento, vemos a muchas familias dependiendo de favores políticos para conseguir un ingreso mínimo a través de un monotributo. Favores que exigen repartir volantes, recorrer barrios, identificar casas. Favores que exigen sacrificar la dignidad a cambio de sobrevivir.
Y todo esto, ¿para qué?Para que unos pocos sigan prometiendo y anunciando, mientras la gran mayoría sigue esperando.
Hoy, mirando este panorama, no puedo evitar pensar en el fútbol .Este gobierno parece un equipo que se pasó todo el partido sin concretar, sin generar juego, esperando que el tiempo pase. Y ahora, en el último minuto, cuando el árbitro ya tiene el silbato en la boca, manda a todos a cabecear al área rival, hasta el golero, a ver si de casualidad mete un gol que lo salve de la derrota.
¿Queremos eso? ¿Un gobierno que actúa por desesperación cuando ve que pierde, en vez de haber jugado bien desde el primer minuto?
¿O merecemos un equipo que planifique, que trabaje cada jugada, que busque el resultado desde el principio?
La elección está en nuestras manos. No se trata solo de votar. Se trata de elegir si aceptamos seguir perdiendo tiempo, o si empezamos de una vez a construir el Salto que realmente merecemos.Porque no se gana un partido corriendo a último momento. Y tampoco se gobierna bien improvisando en los minutos finales.
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