La marcha atrás inédita
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Por Mario Kroeff Devincenzi
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mkroeff@laprensa.com.uy
Primero fue la marcha atrás con el Proyecto Neptuno, rescisión de contrato y vuelta a fojas cero. Y lo que es peor la alternativa para la seguridad hídrica de la zona metropolitana es muy débil y está floja de papeles. La represa de Casupa proyectada es cuestionada ambientalmente, son 500 hás inundadas del mejor campo de la zona e incluye el preciado monte nativo, pero además la cuenca del Casupa no es fiable, completamente fuera de combate en la sequía de 2023, no es confiable para nada como reserva de agua y en la mayor parte del tiempo se cruza a pie el arroyo. Además los vecinos afectados están que trinan, no quieren abandonar sus tierras por nada del mundo e insisten que el proyecto no sirve a los efectos que se buscan.
Entonces, se dejo de lado una obra firmada y financiada, para comenzar ya y estar terminada en el correr del 2026. Una toma de agua del Río de la Plata, una fuente segura siempre, la potabilización del liquido elemento para ser distribuido a la red metropolitana. Un recurso utilizado con normalidad en otras zonas del país que se presenta como una solución definitiva al potencial peligro de sequía dramática como la vivida en el pasado reciente. Los ambientalistas militantes estaban como locos, el discurso del Frente Amplio y de Yamandú Orsi estaban en contra del proyecto, acto seguido de ganar la elección y asumir el poder, desandaron todo y a empezar de nuevo. En el mejor de los casos seguiremos en el estado de precariedad en el tema hídrico, no es solo soplar y hacer botellas para transformar en realidad la represa de Casupa, las expropiaciones previstas, el plan de financiación a considerar, la construcción misma de obra en forma directa e indirecta, y todo para que al final no sirva para nada, eventualmente. Por lo menos habrá que rezar para que no pase de nuevo a corto o mediano plazo.
La otra marcha atrás son las lanchas oceánicas. El “Trío Presidencial” conformado por Yamandú Orsi, Alejandro Sánchez y Jorge Díaz sacaron pechera y rescindieron el contrato con el Astillero Cardama que construía las lanchas para que la Armada Nacional vigilara el frente marítimo nacional. Un escándalo que podría llevar al Estado a un juicio internacional, a una perdida millonaria por el dinero adelantado y de vuelta, lo que es peor, quedarnos sin las lanchas necesarias para proteger las aguas uruguayas. Al final de cuentas habrá que ver que pasa realmente, algunos dicen que todo puede quedar en nada, o que el Astillero presente nuevas garantías, o que se obvie todo en aras de hacerse con las lanchas en tiempo y forma. Incluso afirman que Sánchez y Díaz arrastraron a Orsi en esta operación política para poner en tela de juicio al anterior gobierno y sobe todo Luis Lacalle Pou como expresidente.
Por supuesto que la tradición de estabilidad y seguridad jurídica de la que goza Uruguay con orgullo y que es el principal captador de inversión extranjera, se pone en tela de juicio. No se recuerda en el pasado comportamientos de este tipo, ni siquiera Tabaré Vázquez cuando recibió el gobierno de Jorge Batlle, el primer presidente de izquierda del Uruguay invitó al último presidente colorado a la inauguración del Aeropuerto de Carrasco para que cortara la cinta, Vázquez respetó los contratos y siguió adelante para luego invitar a Jorge a los festejos de la gran puerta de entrada al Uruguay.
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