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Es común que se escuche decir que los fanatismos son malos, y estamos de acuerdo. Es común que, como argumento a tal afirmación, se diga que los fanatismos enceguecen, y también estamos de acuerdo. En realidad no estamos diciendo nada nuevo. Más que evidente es, que las personas fanáticas solo ven los defectos en la vereda de enfrente y cuando algo anda mal en la suya propia, tratan de vestir las cosas de tan alegres colores que hasta llegan a convencerse a sí mismos que está todo bien. 

Una ceguera moral, podría decirse. Es decir, podría hablarse ni más ni menos que de la incapacidad de ver lo que está bien y lo que está mal, salvo de donde provenga. Si es mío, está bien; si es de la vereda de enfrente, está mal. Razonar así es penoso, creo que en el fondo lo sabemos todos. Sin embargo, cada día hay algo que nos sorprende más.

Sin apartarnos siquiera de Salto, estos días hemos sido testigos una vez más de una serie de innumerables críticas a la gestión de la Intendencia de Salto, por casos de clientelismo, de acomodo en cargos de distinto tipo y grado, de personas que para ello no pasaron por ningún concurso ni sorteo, sino que llegaron a ese puesto solo por su vínculo con el Frente Amplio (sea militancia partidaria o lazos familiares con ediles y otras autoridades). En esa misma línea, recientemente hemos leído y escuchado múltiples manifestaciones de repudio a la acción (con aval de ADEOMS) de presupuestar a muchos funcionarios de la Intendencia que alguna vez ingresaron por designación directa.

Ahora bien, a los que critican severamente lo dicho anteriormente, sin embargo no se los lee ni escucha repudiar con igual energía casos muy similares que ocurren en el seno del Gobierno Nacional. Usted estará pensando seguramente en la CTM de Salto Grande. Sí señor, yo también pienso en eso, que no se me ocurre llamarlo de otra manera que “disparate” y “abuso”. Pero mire que se han sumado otros casos y más recientes aún, como el de la aprobación que se dio este miércoles 22 para presupuestar a 481 funcionarios de ASSE. Tampoco para ellos hubo selección mediante concurso o sorteo. Agreguemos que de esos 481, hay 406 que cumplen tareas en “servicios asistenciales” y el resto realiza “funciones técnicas”.

Es penoso, insistimos, que haya quienes solo evalúen los hechos dependiendo del color político que los lleva a cabo. Es penoso también, que se intente justificar lo que se sabe que está fuera de lugar, con el argumento de que “antes ya se hizo”. Lo vimos una vez más ese mismo miércoles, cuando enseguida del anuncio de los nuevos presupuestados, se dijo desde el Directorio de ASSE: “se utilizó el mismo mecanismo que en el año 2011”. Tendrían que haber dicho: “el mismo mecanismo que nosotros criticamos en el año 2011”.

En definitiva, la cuestión de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, parece cobrar cada día más fuerza. Fíjese usted que hace un tiempo, el Partido Colorado a través del ya fallecido Adrián Peña, promovió como ley el concurso y/o sorteo para ingreso a las Intendencias de todo el país, y el Partido Nacional (ahora tan crítico) se opuso. Contradictorio, ¿no?

¿Este es el panorama que nos espera de aquí a mayo? ¿El de alabarse a sí mismos y criticar a los demás, de un lado de otro? Esperemos que no.

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