La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Empieza un nuevo gobierno del nacionalista Carlos Albisu, que encabeza la Coalición Republicana, y es motivo de esperanza y expectativa plena. Ha designado un gabinete con un equipo de personas plural, diverso, joven y con ganas de entrar a la cancha para jugar el partido. Arrancan con toda la ilusión de parar la caída y dar vuelta la pisada.

Que los Cholin de la vida no se interpongan en el camino, que la amplia plantilla de funcionarios entienda el momento histórico que viven y que la oposición frenteamplista no se ponga en la vereda de enfrente solo a criticar, a tirar piedras y meter leña al fuego.  El presupuesto agobiante y la infraestructura pesada e ineficiente, en principio no permitiría transformar en poco tiempo la realidad todas las expectativas depositadas en el nuevo gobernante que asume hoy la primera magistratura. Primero hay que tomar las medidas correctas y luego seguir el plan a rajatablas, pese a quien le pese.

La situación que se vive es un desastre, sino fuera así, entonces sería otro cantar. Pero lamentablemente es cierto que la intendencia tiene una deuda enorme y es como un peso lapidario en su presupuesto anual. Para mencionar en principio el déficit operativo y luego el pago de cuotas del millonario fideicomiso. Que los gastos de pago de salarios son monumentales y representarían más del 60%, por citar fuentes oficiales del gobierno saliente. 40 horas semanales pagas, turnos y reglamentos costosos, extensiones horarias, aguinaldos, licencias y vacaciones, entre excesivas y onerosas.

El costo de mantenimiento de la enorme infraestructura municipal es colosal, por la logística ineficiente, despilfarro, robos y destrozos. Luz, agua, computadoras, aires acondicionados, papel, artículos de limpieza, equipamiento de oficinas, ropa de trabajo, combustible, pasajes y viáticos. Son cuentas enormes…y hay que pagarlas o deberlas.

A su vez el departamento y la ciudad demandan obras y eventos, calles y avenidas a nuevo, accesos en condiciones, plan de caminería rural, equipamiento urbano de calidad, fuentes de trabajo y la vuelta del esplendor del Salto en su máxima expresión. El relato real o de ficción de una ciudad apocalíptica de alto impacto en la campaña electoral pasará facturas prontamente, puede volverse un tiro por la culata.

Bueno, nada es rápido, no ocurre todo en un santiamén. Hay barreras en el camino. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Todo cuesta mucha plata que es un recurso escaso. No siempre las cosas salen lo bien que se planea y espera. Hay gente que juega en contra. La población pierde rápido la paciencia y el mal humor está a la vuelta de la esquina.

No podemos cambiar si hacemos siempre todo igual. Es evidente que la intendencia tiene que transformarse, ponerse a dieta, hacer ejercicio y adelgazar muchos kilos. Cambiar los malos hábitos, ingerir menos comida chatarra, caminar más a lo largo del día. Sino todo será inutil.

Desde luego que para empezar los 300 funcionarios ingresados a dedo a la intendencia tienen que finalizar su beca y volver al llano. Eso representa la friolera de 50 millones de dólares en el quinquenio. Imposible sostenerlos. Acá no hay que hacer estudio de nada ni a nadie, todos los designados en forma directa por Lima terminan sus contratos. Listo. Esto de por si es un trago amargo pero tiene que hacerse. Pero, debería haber más en carpeta. En tren de las reformas necesarias están en primer lugar el Departamento de Obras, o la Clínica Municipal (por citar ejempos), con cientos de trabajadores y profesionales, equipamiento y costos fijos; sectores que deben tercerizarse en manos del Hospital o el sector privado, o de las empresas constructoras de la ciudad.

Si no hay más plata de parte de Orsi, ni no hay chance de aumentos impositivos, si no hay mayor capacidad de deuda, entonces, solo queda la posibilidad de la Motosierra… ¡y a Milei no le va nada mal

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte