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El ex fiscal y actual ministro el Interior Dr. Carlos Negro dijo algo que llamó la atención pero que en definitiva no viene de un muchacho macanudo sino de alguien formado que sabe del tema. Podrá, con el tiempo ser un buen o mal ministro, pero sabe del tema, sabe del accionar de la policía, de la Justicia, de la situación de las cárceles. De allí unir los conocimientos con el accionar hay una distancia pero no es un improvisado. Y diremos algo que duele y es que al parecer tendría razón cuando dijo que la guerra contra la delincuencia y el narcotráfico está perdida.

Pero pensemos en lo siguiente. En el año 2011 un salteño debió visitar la localidad riverense de Vichadero, pleno campo cerca de a frontera con Brasil. Gente de trabajo pero le llamó la atención que en edificios públicos estaba dibujado el símbolo de la marihuana. O sea que en un pueblo chiquito del interior profundo ya sabían lo que era, hace casi quince años el flagelo de la droga,

Lindo negocio.

Imaginemos que si los tentáculos del narcotráfico no dejaban de lado un pueblito chiquito y pobre lo que sería ya hace años Canelones, Maldonado y Montevideo. A lo que hay que sumar el problema de la moral, que es tener gente, demasiada, que ante un verde billete es capaz de entregar hasta un hijo. Vemos como caen aduaneros de años de trabajo perdiendo todo, vemos como caen policías, soldados, inspectores de tránsito. El Uruguay empieza a ofrecer demasiadas grietas en todos sus espacios y eso a la larga es un callejón fácil para los malandras, no debemos olvidarlo.

También es triste cómo hemos sido permeados por toda esta inmundicia como sociedad lo que demuestra que hemos ido perdiendo los valores. Eso a la larga se paga y hoy empezamos a entregar nuestra libertad individual, y así con demasiados valores.

Mucho se le pide a la Policía y a la Justicia pero no debemos olvidar que las cárceles están llenas de traficantes chiquitos, chicos, mediano y grandes pero el negocio sigue viento en popa pues es fácil reclutar gente nueva. Algo pasa que los hombres caen pero se reponen y en el medio la sociedad sufre el dolor de perder jóvenes, niños a veces, gente que recibe balazos y no tiene nada que ver en un espiral espantoso de sangre y muerte del que parece no saldremos.

De todas formas hay que decir que hay un "acostumbramiento" por parte de la población que no es bueno. Prendemos la tele y en la Zona Metropolitana mataron a una, dos, tres personas y casi que es común cuando no debería serlo. Hace unos meses en un medio de alcance nacional se presentaba nada menos que como portal principal la muerte de siete personas en un fin de semana largo, todos por crímenes, no había gente que se había suicidado, lo que también es un problema claro, pero que hoy no tocamos en el análisis, y sin contar los accidentes de tránsito. Estamos hablando que el Departamento de Homicidios de la Policía Nacional tenía desde ese lunes siete nuevos casos a resolver, nada menos, no es Nueva York, es Montevideo, Canelones, parte de San José. Pero ese mal acostumbramiento genera la naturaleza de la acción criminal. Y eso es un cáncer que nos corroe a todos.

Hay que comenzar a zurcir eso. Escuchamos a técnicos del Mides decir un dato clave, hay que empezar a sacar a los muchachos del hastío, del no estudio, del no trabajo. Esa es una población que hay que atender pues es el caldo de cultivo especial para el narco, muchachos sin proyecto, a la deriva y con ganas de sumarse a lo que sea donde hay plata fácil. Un lugar para empezar.

 

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