Parque Harriague  /
                    
                    Devolverle la memoria al corazón de Salto
                
            
            
			
            	- 
          
          Por Leonardo Vinci         
        /
joselopez99@adinet.com.uy 
  Hoy volvemos a escribir sobre el Parque Harriague, que vuelve a transformarse. La Intendencia de Salto ha emprendido en los últimos tiempos una serie de mejoras notorias. Todo eso es positivo y necesario. El Harriague merece volver a ser ese punto de encuentro donde la cultura y la vida popular se entrelazan.
Sin embargo, más allá del esfuerzo material, hay una deuda que sigue pendiente: la memoria. Porque embellecer un espacio sin rescatar su historia es, en cierto modo, dejarlo incompleto. Y en este caso, la ausencia más dolorosa es la del reconocimiento al arquitecto Armando Barbieri, el intendente que hizo posible que el Parque Harriague naciera.
Un visionario que pensó en la ciudad
En los años cincuenta, Barbieri logró concretar un entendimiento con las hermanas Harriague, quienes cedieron generosamente el terreno que luego se transformaría en uno de los lugares más emblemáticos del departamento. Aquella donación no fue un simple trámite administrativo: fue la base de un sueño urbano que apostaba al espacio público como lugar de convivencia, arte y ciudadanía. El 7 de diciembre de 1953 ese sueño se hizo realidad. Bajo la batuta del maestro Eric Simon, más de mil voces interpretaron El Mesías de Händel, acompañadas por una orquesta de casi un centenar de músicos. Fue un acontecimiento cultural sin precedentes, no solo para Salto, sino para todo el país. Esa jornada quedó grabada como una de las páginas más luminosas de la historia local: el día en que el Parque Harriague se convirtió en símbolo de la cultura popular.
El homenaje perdido
Años después, en homenaje a Barbieri y su legado, el 7 de setiembre de 1966 se inauguró en el parque una placa de bronce con una inscripción que lo definía con exactitud: “Vivió con su Pueblo y para su Pueblo”. Pero esa placa desapareció. Sin explicaciones, sin registros claros, sin que nadie asumiera responsabilidad alguna. Desde entonces, el nombre de quien hizo posible ese espacio quedó ausente del propio lugar que ayudó a construir.
Una oportunidad de reparación
Hoy, cuando el parque recupera su esplendor, es el momento adecuado para saldar esa omisión histórica. Reponer la placa no implica un gran gasto ni un trámite complejo. Es, simplemente, un acto de respeto. Un gesto simbólico que devuelve al Harriague su identidad y a los salteños, una parte esencial de su memoria colectiva. La reposición de esa placa significaría mucho más que colocar un pedazo de metal sobre piedra. Sería un reconocimiento al esfuerzo de quienes soñaron una ciudad mejor, una manera de afirmar que el tiempo no borra los méritos ni las convicciones de quienes trabajaron por el bien común.
Recuperar la historia, honrar los símbolos
El Parque Harriague no es solo un espacio verde; es un emblema de Salto. Y los emblemas necesitan memoria. Restaurar sus caminos y luminarias es importante, pero restaurar su sentido histórico lo es aún más. Armando Barbieri, con sus virtudes y sus decisiones, fue el hombre que le dio vida a ese parque pensado para todos. Olvidarlo es negar una parte de lo que somos como comunidad.
Una deuda que aún puede saldarse
Reclamar la reposición de la placa no es una cuestión política, sino un acto de justicia histórica. Es reconocer a quienes, con visión y compromiso, dejaron huellas duraderas en la ciudad. Hoy, cuando el Parque Harriague vuelve a florecer, también debería hacerlo su memoria. Que la placa vuelva a ocupar su sitio. Que la historia vuelva a hablar. Porque, como lo recordaba aquella inscripción desaparecida pero no olvidada, Armando Barbieri “vivió con su Pueblo y para su Pueblo”
						
						
						
						
						
              
              
						
						
Comentarios potenciados por CComment