En los últimos días se han manejado propuestas sobre el nombre del Aeropuerto de Salto sin tener en cuenta su rica historia ni a las personas que hicieron posible su creación. Para comprender la importancia de este lugar, es fundamental recordar sus humildes comienzos: una pista de césped y una frágil terminal de madera, ubicada cerca de los actuales hangares del Aero Club de Salto —oficialmente Centro de Aviación de Salto— que en sus inicios recibía vuelos de PLUNA.

Durante años, vivió una época de gran actividad gracias al empuje de dirigentes y pilotos como José “Pepe” Da Silva Amorim, Tafernaberry y Martinicorena entre muchos otros. Sin embargo, una figura fundamental ha quedado injustamente olvidada: Don Raúl Gaudín, político batllista que fue Ministro de Defensa en 1957-1958, durante el gobierno de Luis Batlle Berres. Fue quien propuso e impulsó decididamente el sueño de un moderno aeropuerto, un proyecto que comenzó a tomar forma bajo su liderazgo.

A partir de los años 60, una Comisión Pro Aeropuerto de Salto continuó esta labor. Integrada por personas como “Dido” Migliaro, el Cnel. Alfredo Bocagge, miembros del Centro de Aviación y ciudadanos comprometidos como Alfonso Cardozo, la comisión trabajó incansablemente hasta lograr la construcción de una pista de hormigón, que luego sería modernizada y equipada, sentando las bases del actual aeropuerto.

Este repaso histórico no busca desmerecer propuestas actuales con los nombres de Edinson Cavani o Hebert Rattin, figuras queridas y reconocidas. Sin embargo, el nombramiento del aeropuerto debe basarse en quienes, sin intereses personales, soñaron, gestionaron y lucharon por su existencia. Raúl “El Gaucho” Gaudín merece ser recordado y considerado como el principal impulsor de esta obra, hoy una realidad gracias también al esfuerzo de muchos salteños. La historia debe ser la guía para tomar decisiones justas, atendiendo y teniendo memoria.           Salteño del 45