La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

El abigeato —el robo de ganado— vuelve a ocupar un lugar central en las preocupaciones del sector agropecuario uruguayo. Así lo reconoce Rafael Ferber, presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), quien advierte que, aunque los casos han aumentado, este repunte no se debe a una menor presencia policial ni a un cambio en la política del Ministerio del Interior. “No vemos un afloje en el trabajo profesional”, afirma, señalando que detrás del fenómeno hay factores principalmente económicos.

Ferber explica que los delitos actuales son, en su mayoría, de pequeña escala y responden al consumo interno. “El precio de la carne la hace más tentadora”, comenta, aclarando que no se trata de grandes robos sino de hurtos puntuales, vinculados al comercio informal que persiste en muchos pueblos del interior.

La seguridad rural un desafío permanente

Cada departamento cuenta con efectivos especializados que trabajan en coordinación con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Este organismo cumple un papel esencial a través del Sistema Nacional de Información Ganadera, que permite rastrear los movimientos de los animales y capacitar a la policía en temas legales y técnicos. En ese aspecto, la trazabilidad es la herramienta clave. Pero su eficacia depende del cumplimiento de los productores. Animales sin marca o con datos incompletos dificultan la identificación de su propietario y abren la puerta a la impunidad. “Si la cadena de trazabilidad se rompe, no siempre se puede rastrear al dueño”, se advierte desde el MGAP.

Las distintas caras del abigeato

El abigeato adopta diversas formas y se adapta a las circunstancias. Algunos delincuentes sacrifican a los animales directamente en el campo —conocido como abigeato por faena en el lugar—, mientras que otros cortan alambrados y arrean varios ejemplares, en lo que se denomina abigeato por tropel. También se registran robos desde dentro de los propios establecimientos, cuando empleados rurales manipulan registros o declaran animales como muertos.

El ganado robado puede terminar en el mercado negro de la carne, abasteciendo carnicerías o intermediarios que falsifican documentación para disimular su origen. En otros casos, el delito se reduce al robo de ovejas o terneros, más fáciles de trasladar y vender. Frente a esta realidad, las autoridades y productores coinciden en que la clave está en fortalecer los controles, mejorar la capacitación y asegurar la trazabilidad total. Solo así será posible reducir un delito tan antiguo como persistente en el campo uruguayo.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte