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La chicharrita, una plaga que afectó severamente los cultivos de maíz tardío y de segunda en 2023, vuelve a ser protagonista en el norte de Uruguay, según alertó el ingeniero agrónomo Nicolás Baraibar, técnico del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Desde diciembre, la presencia de esta plaga fue confirmada en zonas como Artigas y Alto Uruguay, aunque en niveles menores al año pasado. Sin embargo, su capacidad para transmitir el achaparramiento del maíz preocupa a los técnicos y productores. El achaparramiento, una enfermedad transmitida por la chicharrita, puede causar daños severos si la infección ocurre en las primeras etapas de desarrollo de la planta, entre los estados fenológicos B2 y B10. “Aunque la población de chicharrita actual es menor, su capacidad de transmitir la enfermedad está comprobada, lo que hace esencial un monitoreo constante, especialmente en los cultivos de segunda, que están en etapas vegetativas”, destacó Baraibar.

Red de monitoreo

El INIA coordina una red nacional de monitoreo de la plaga en colaboración con la Facultad de Agronomía, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y empresas agrícolas. La red utiliza trampas amarillas pegajosas para evaluar la evolución de la plaga, pero Baraibar subrayó que este sistema no sustituye el monitoreo directo en chacras, vital para identificar poblaciones específicas y determinar medidas de control. “El año pasado, el alto número de chicharritas complicó su control, pero este año contamos con nuevos productos que, si se aplican en el momento y condiciones adecuados, pueden ser efectivos”, explicó el ingeniero. Las aplicaciones tempranas, realizadas en horarios frescos como la mañana o la tardecita, son clave para maximizar la efectividad y evitar que las plagas se escondan en el cogollo del maíz, un lugar que dificulta el acceso de los químicos. Por ahora, el principal foco de atención está en el norte del país y los cultivos de maíz de segunda, donde el monitoreo activo será crucial para prevenir daños mayores. “La coordinación entre técnicos y productores será decisiva para enfrentar este desafío y proteger el rendimiento del maíz”, concluyó Baraibar.

Estrategias de control

Luego del impacto provocado en 2023, en los cultivos de maíz tardío y de segunda, recomiendan actuar temprano, monitorear con precisión y aplicar los productos en las condiciones adecuadas. Baraibar subrayó la importancia de un enfoque estratégico para prevenir que esta plaga comprometa nuevamente la producción en el norte de Uruguay. Este año, se registraron nuevos productos químicos diseñados específicamente para combatir la chicharrita, que, aplicada en el momento y bajo las condiciones idóneas, pueden ofrecer resultados efectivos. “El problema del año pasado no fue la falta de eficacia de los productos, sino la alta densidad poblacional de la plaga y la dificultad de alcanzarla en su refugio dentro del cogollo del maíz”, explicó. La clave es la aplicación temprana, antes de que las poblaciones se multipliquen y alcancen niveles críticos. Además, es fundamental evitar las aplicaciones durante las horas de mayor calor y baja humedad, como el mediodía, ya que en esas condiciones la plaga tiende a esconderse, dificultando su control. Los momentos más favorables para las aplicaciones son temprano en la mañana o al atardecer, cuando la chicharrita está más activa y expuesta.

Monitoreo

Aunque las trampas amarillas utilizadas por la red de monitoreo nacional ofrecen una visión general de la evolución de la plaga, Baraibar insistió en que el monitoreo activo en las chacras es indispensable. Este método permite evaluar directamente la población de chicharritas en cada campo, identificar los umbrales de daño y determinar si es necesario aplicar medidas de control químico. “La cartilla 108 del INIA, disponible en nuestro sitio web, brinda una guía detallada para que los productores realicen un monitoreo efectivo. Estas prácticas no solo ayudan a proteger los cultivos, sino también a optimizar el uso de insumos químicos, reduciendo costos y el impacto ambiental”, destacó.

Impacto en cultivos

Baraibar recordó que los cultivos más vulnerables al daño por achaparramiento son aquellos en sus primeras etapas de desarrollo, entre los estados B2 y B10. Por esta razón, los maíces de primera ya establecidos, que se encuentran en etapas reproductivas, presentan un riesgo mucho menor. En contraste, los maíces de segunda, que actualmente se encuentran en etapas vegetativas, requieren mayor atención y seguimiento constante. El técnico del INIA recomendó a los productores mantener una comunicación fluida con los técnicos responsables del monitoreo y aprovechar los recursos disponibles, como las guías y capacitaciones ofrecidas por el instituto y otras entidades. “La experiencia del año pasado nos dejó lecciones importantes: anticiparse a la aparición de la plaga, realizar monitoreos regulares y actuar con agilidad son las mejores estrategias para mitigar su impacto”, concluyó.

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