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Cien años del nacimiento de Osiris Rodríguez Castillos y Rubén Lena se cumplen en este 2025. De Rubén Lena se cumplió el centenario el sábado pasado, y es este un año de números redondos también por su muerte, de la que se cumplirán 30 años (Treinta y Tres, 5 de abril de 1925 – Montevideo, 28 de octubre de 1995). En tanto Osiris Rodríguez Castillo nació y murió en Montevideo (21 de julio de 1925 – 10 de octubre de 1996). Son dos figuras de primerísima línea en la historia del canto popular uruguayo, autores de obras insoslayables al momento de estudiar la poesía y/o el canto popular en nuestro país y en América.

Osiris

Osiris Rodríguez Castillos fue un artista polifacético: poeta, escritor, compositor, cantante, instrumentista e investigador. Su infancia transcurrió en Sarandí del Yí, y desde joven mostró interés por las raíces de la música autóctona. En la década de 1950, cuando el folclore uruguayo aún no estaba consolidado, emergió como un pionero que rescató ritmos tradicionales como el cielito. Su primer álbum, Poemas y canciones orientales (1962), marcó un hito en la música nacional. Su canción "Cielo de los tupamaros" fue censurada en Uruguay y Argentina por su contenido político, a pesar de haber sido compuesta antes de la fundación del MLN-T.

 

Lena

Rubén Lena fue un destacado poeta, compositor y maestro de escuela. Su obra se centró en la vida del hombre de campo y abordó temas cotidianos con una sensibilidad única. Lena no se limitó al criollismo tradicional, sino que incorporó elementos de la música popular y el carnaval, creando composiciones que reflejaban la realidad del interior uruguayo. Fue junto con el salteño Víctor Lima, el principal letrista de Los Olimareños: escribió canciones emblemáticas como "A Don José" y "De cojinillo", que se convirtieron en himnos del canto popular

 

Poetas “de identidad”

Ambos compartieron una profunda conexión con la identidad cultural uruguaya y contribuyeron significativamente al desarrollo del canto popular. Sus obras han sido fuente de inspiración para generaciones de músicos y siguen siendo relevantes en la actualidad. Este 2025, año en que se conmemora el centenario de sus nacimientos, es una buena oportunidad para rendir homenaje a su legado y redescubrir su invaluable aporte a la música y la poesía de nuestro país.

 

Osiris: “el primer gran trovador moderno de nuestra lírica”, dice Luis Bravo

Digamos ante todo, que el profesor y poeta Luis Bravo es uno de los mayores críticos literarios que ha dado el Uruguay en las últimas décadas. En el año 2012, dio a conocer un libro que es referencia ineludible para estudiar la poesía unida a la música y el canto en Uruguay: “Voz y Palabra: Historia transversal de la poesía uruguaya”. Como no podía ser de otra manera, los artistas que hoy homenajea Punto y Aparte son allí estudiados. Veamos qué dice Bravo…

Sobre Osiris: “Sus cantos calaron hondo en el folclore rioplatense, refundándolo, tal y como lo afirmó Atahualpa Yupanqui: "Junto conmigo, Violeta Parra y Osiris la canción telúrica del Cono Sur estaría cubierta". En efecto, estamos ante el primer gran trovador moderno de nuestra lírica, en quien canto y poesía son indisociables. Hábil metrista de coplas octosílabas, cultiva a la vez el soneto endecasílabo y el verso alejandrino. Ante una tradición más esquemática -como la de Viejo Pancho (Alonso y Trelles) y Elías Regules, asimilando el drama social ya expuesto en la poesía de Serafín J. García (también muy recitado en las fiestas camperas) su poesía implica una superación solo comparable a la alcanzada antes por Romildo Risso (1882-1946), según D. Bordoli. El renovado enfoque de lo nativo que tomará cauce a partir de sus registros musicales implica a esa vertiente de la "puesta oral" que apenas comenzó a tomar cuerpo a fines de los sesenta, para quedar luego sin articulación teórica suficiente en relación a la historiografía literaria. En tanto compositor e intérprete de guitarra, Osiris Rodríguez Castillo dio renovado impulso a la canción de resonancias telúricas, incidiendo en el resurgir de tendencias que, partiendo de una raíz folclórica, derivaron en ese canto popular en sintonía con la agitación social de su tiempo”.

 

Lena: “La canción tiene que ser como un pájaro”

Y sobre el poeta treintaitresino comenta Bravo: “En 1980, a solicitud de W. Benavides y aún en plena censura dictatorial -el maestro y su mujer habían sido destituidos de Enseñanza Primaria por motivos de persecución política-, el siempre humilde Lena finalmente se dispone a realizar una selección de sus canciones que, acompañada por breves textos introductorios, dio lugar al libro Las cuerdas añadidas (1980), título que sugiere la conjunción de las cuerdas vocales y las del instrumento que sirven de apoyo a la puesta oral de los textos.

Un año después, siempre focalizado en traer a la luz esa soterrada tradición de troveros de la que él mismo provenía, Lena cоncretó un proyecto largamente acariciado. Se trató del homenaje a uno de sus poetas-maestros, cuyo título implica toda una exhumación: Presentación de Gabriel Guerra (1880-1957) (Sondor, 1981), grabado junto al guitarrista Eduardo Larbanois.

Lena, parco en sus declaraciones y profundo en el conocimiento de su oficio, declaró más de una vez que "la única medida de una canción es resistir".

Una aproximación al género la expresó el trovero mediante una analogía que rinde tributo a esos alados cantores de la naturaleza, en cuya atenta observación de su etología el maestro parece haberse inspirado:

La canción tiene que ser como un pájaro -le dijo con su hablar pausado a Mario Carrero-, y ese pájaro tiene que llamar la atención de la gente. Pero cuando la gente se le aproxime, el pájaro deberá volar, ni tan lejos como para perderse de vista, ni tan cerca como para que pueda ser capturado fácilmente”.

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