Los duelos de la adolescencia
Arminda Aberastury fue una psicoanalista argentina que tradujo al castellano los trabajos de Melanie Klein, una de sus principales referentes, y contribuyó con un aporte más que interesante al decir que el adolescente tenía que superar tres duelos para convertirse en adulto.
Se entiende al duelo como “el conjunto de procesos psicológicos que se producen ante la pérdida de un objeto amado y que llevan a renunciar a este”.
* El duelo por el cuerpo infantil: Como todos sabemos, el aspecto de un niño es completamente diferente al de un adolescente, a pesar de que la distancia en tiempo no es muy grande. Basta con dejar de verles unos meses para tener la sensación de que nos encontramos ante personas totalmente distintas.
Muchos adolescentes experimentan cambios corporales más rápidamente de lo que le gustaría, que lo llevan, entre otras cosas, el pleno desarrollo. Comenzada la transformación física, así como el tan temido y odiado acné.
Se vuelve necesario el abandono al cuerpo infantil irrecuperable, mientras que el ya no infante se va apropiando del nuevo. Al mismo tiempo, suele ir cobrando peso en la valoración que hace de su identidad, volviéndose un motivo de preocupación.
* El duelo por el rol e identidades infantiles. El adolescente tendrá que vérselas con una encrucijada: tiene que asumir más responsabilidades que un niño, pero sin la libertad que pueda tener un adulto. Este es un punto delicado que puede dejarles un regusto un tanto amargo, potenciado porque también se suaviza la comprensión ante determinados errores. Dejar de lado la identidad de niño, implica avanzar hacia una nueva forma de autopercibirse. Requiere aceptar la realidad impuesta y de evolución incierta. Es entonces cuando el adolescente deberá asumir ciertas funciones para poder ser aceptado en determinados grupos sociales. La nueva identidad se estructura en compañía de relaciones interpersonales que le ayudan a adoptar nuevos roles.
* El duelo por los padres de la infancia: Los niños suelen idealizar a sus padres, viéndolos como protectores y proveedores absolutos (todo lo saben y todo lo pueden). Todo lo curan, todo lo arreglan y todo lo alcanzan. En cambio, el adolescente es testigo de cómo se rompe ese ideal. Descubre que sus padres también están limitados.
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