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Se habla mucho de comportamientos compulsivos: "Fulanito come compulsivamente" o "sutanito es compulsivo del orden". Estas frases describen conductas repetitivas y exageradas. Sin embargo, la compulsión es un fenómeno más complejo.

Existen dos enfoques principales para entenderla. El psicoanálisis la asocia con deseos inconscientes y frustración, mientras que la corriente cognitivo-conductual la considera un hábito aprendido. Ambos coinciden en que las compulsiones son actos repetitivos y perjudiciales que deben ser tratados.

Compulsiones y el deseo inconsciente

Para el psicoanálisis, las compulsiones nacen de un deseo reprimido. Cuando una persona rechaza un deseo por considerarlo inadecuado, se genera frustración. Esta frustración se canaliza a través de una compulsión, que enmascara y compensa el deseo reprimido.

Por ejemplo, una mujer casada que siente atracción por alguien puede desarrollar una compulsión por lavarse las manos, en un intento simbólico de "limpiar" su deseo. Su mente transforma la angustia en un ritual aparentemente absurdo.

Compulsiones y hábitos erróneos

Desde el enfoque cognitivo-conductual, las compulsiones no tienen raíces inconscientes. Son hábitos aprendidos que se convierten en rituales automáticos. Pueden originarse por observación del entorno o por creencias erradas.

Las compulsiones, en este caso, son respuestas incorrectas a un malestar, como la ansiedad o la timidez. Se realizan sin un motivo profundo, pero su repetición refuerza su persistencia en el comportamiento de la persona.

Cómo superar las compulsiones

Desde el psicoanálisis, la solución es hacer consciente lo inconsciente. Un proceso terapéutico ayuda a descubrir el deseo reprimido que origina la compulsión, permitiendo que la persona lo maneje de manera saludable.

Desde la perspectiva cognitivo-conductual, hay tres estrategias para reducir las compulsiones:

  • Postergar el ritual: Si la compulsión es ordenar, esperar el mayor tiempo posible antes de hacerlo ayuda a romper el hábito.

  •  Modificar el ritual: Cambiar la manera de realizar la compulsión, como usar otro material o hacerlo con los ojos cerrados, debilita su automatismo.

  • Asociar una consecuencia negativa: Incluir un factor desagradable, como sostener un cubo de hielo tras realizar la compulsión, crea un condicionamiento que desincentiva la conducta.

Las compulsiones pueden ser debilitantes, pero con el enfoque adecuado es posible superarlas y mejorar la calidad de vida.

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