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La creciente conflictividad en el mundo y las amenazas de usar armas nucleares no presagian nada bueno para la humanidad. Notoriamente estamos ante un mundo de creciente polarización, en una carrera armamentística que lleva acumuladas más de 12.000 ojivas nucleares (5.500 en manos rusas, 500 más que USA). China ya tiene 50 en su haber. India e Israel se han lanzado a la carrera que incluye Francia, Pakistán y, obviamente, Corea del Norte. Esta carrera insumió solo el año pasado la friolera de 91.400 millones de dólares.

¿Que se podría hacer con ese dinero si no fuera pensar en destruir al enemigo? Muchisimas cosas, como eliminar el hambre del planeta, asegurar el acceso universal a servicios de salud, a la educación y muchísimas cosas más.

Pero, lamentablemente eso es muy difícil que pase. Hay intereses políticos, económicos- industriales, porque la fabricación y venta de armas, aun las más limitadas a que pueden acceder las fuerzas armadas de Uruguay y de buena parte del tercer mundo, son actividades muy redituables.

Por ejemplo, un gran peligro es que mientras China, Rusia, Corea del Norte e Irán crecen en asociación y entendimiento, en occidente hay señales de un lamentable deterioro político. Europa ofrece un complejo tablero político, desde laboristas, populistas y nacionalistas, hasta grupos que se acerca peligrosamente al polo ruso.

Pero lo más preocupante es la división que se esta dando en la política norteamericana, entre un Trump que vuelve en busca de revancha y un Joe Biden frágil, al punto de la demencia. 

Esta es la gran pregunta que debemos hacernos: ¿Está Estados Unidos en condiciones de continuar ejerciendo la función de líder del mundo libre impuesto por las victorias de dos guerras mundiales, y otras guerras menores, pero que han incluido derrotas estrepitosas como Vietnam y, más recientemente, Afganistán, con huidas casi ignominiosas? ¿Está su economía lo suficientemente sólida, considerando que últimamente ha caído en un distribucionismo de tono populista? ¿Están preparados los hombres y mujeres norteamericanos para abandonar su cómodo american way of life y adentrarse en geografías ajenas?

También debemos preguntarnos: ¿Cuántos ataúdes de hijos, hijas, padres y madres están dispuestos a recibir envueltos en su bandera de franjas y estrellas sacrificados en latitudes lejanas por causas que no siempre pueden definir  y/o sentir como propias?

Para colmo, el fantasma de un conflicto apocalíptico es cada día más posible por la proliferación de ojivas nucleares que se han ubicado estratégicamente como elementos disuasorios, pero que ahora son amenazas directas.

En realidad, este conflicto comienza por la posibilidad de ubicar misiles muy cerca de la frontera rusa, y hoy los rusos, como en la década del 60, responden con naves misilísticas en las aguas caribeñas a pocos kilómetros del territorio americano.

Estados Unidos, a pesar de su imponente fortaleza, está atravesando un periodo crítico de identidad que quizás solo la unión ante un enemigo externo puede postergar que estalle el conflicto interno. 

Sin embargo, la debilidad mostrada en el debate presidencial pone en evidencia a un país alborotado, sin convicción ni conducción, lo que lo hace vulnerable Esta situación puede ser aprovechada por los enemigos del mundo libre.

¿Qué rincón del mundo quedará libre de una amenaza nuclear y sin persecución ideológica o religiosa? ¿Predominará la tolerancia o las ambiciones? Es difícil arriesgar un pronóstico, porque en este mundo loco, cualquier cosa puede pasar.

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