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Es cierto que votó menos del cuarenta por ciento de la ciudadanía en las elecciones internas de los partidos políticos. Pero señalo dos cosas que me parecen muy importantes. Una es los ciudadanos que no votaron, la mayoría silenciosa, por lo menos un cincuenta por ciento restantes del padrón electoral que veremos cómo reaccionan y que votarán obligatoriamente en las próximas elecciones nacionales. Otra es que los candidatos electos de cada uno de los Partidos obtuvieron una mayoría sustancial, notoria dentro de sus internas partidarias. Tanto Orsi en el Frente Amplio contra Carolina Cosse, como Delgado en el Partido Nacional respecto a Laura Raffo como Ojeda en el Partido Colorado con Robert Silva ganaron con luz a sus competidores compañeros y correligionarios.

Se decía que las internas usualmente eran una encuesta de la realidad electoral del país, una fotografía del escenario político nacional. Pero con tan poca gente concurriendo a las urnas ya no creo que tal afirmación sea correcta, por lo menos totalmente, hay debilidades de representación, no tendría rigor estadístico, no valdría como proyección. Lo digo en los grandes números y respecto a posibles resultados futuros en las elecciones de octubre, porque en general se desprende y se intuye con precisión que el Frente Amplio sería el partido político mayoritario del Uruguay, que el Partido Nacional sería la segunda fuerza y que le seguiría un poco más lejos el Partido Colorado, mientras que Cabildo Abierto y el Partido Independiente son cuarto y quinto respectivamente.

En un diálogo con la prensa, Andrés Ojeda le espetó a un periodista, que insinuó que votaría a Delgado en un posible ballotaje, “¿Quién le dijo a usted que Delgado me va a ganar en octubre?”. Los pingos están en la pista, en las gateras para largar, “y yo no pienso perder” y lo dijo sin vergüenza ni complejo alguno.

Y la verdad que es probable que Ojeda pueda posicionarse en segundo lugar y ganar en octubre el derecho a ser el participante colorado y líder de la coalición en el ballotaje de noviembre. Podría ser y que interesante se pondría el asunto.

Ojeda le ganó al estatus quo del Partido Colorado por más del 40 % de los votos, partió de la nada para convertirse en el nuevo líder colorado, utilizó magistralmente la publicidad, los medios sociales, internet, las nuevas herramientas electrónicas y mediáticas, se comunicó efectivamente con los electores, llamó la atención a los votantes, no precisó de estructura alguna para llevar a los ciudadanos a las urnas. Se transformó en una imagen nueva, joven, confiable, potente, capaz y les llenó la cara de dedos a los otros competidores colorados. Yo no sé porque no podría hacer lo mismo en las elecciones nacionales, cautivar al electorado con su modus operandi, con sus formas y discursos modernos y atractivos.

Si me fuerzan, y dándole argumento a los analistas del momento, los especuladores rentados, que sostienen teorías estranbólicas sobre la estrategia del presidente de la República, yo diría que en efecto Andrés Ojeda representa de la mejor forma y en código colorado la figura de Luis Lacalle Pou, altamente popular y reconocido por la ciudadanía en más del 50 por ciento a eta altura del partido.

¿Cómo es eso? Dejando de lado la ideología de fondo, aunque no tanto, Lacalle y Ojeda, Luis y Andrés, son de la misma madera, ambos jóvenes y atractivos, seductores y sugestivos, liberales y demócratas, modernos y simpáticos, capaces y audaces, populares, ocurrentes y académicos formados. Álvaro Delgado no tiene nada de parecido con Luis Lacalle Pou en mayor medida que Andrés Ojeda. Y Yamandú Orsi ni que hablar, está en la antípoda, de Lacalle y Ojeda: es un joven-viejo de termo y mate, de música popular y carnaval, un uruguayismo pobrista y barato, aburrido y chamuyero del entorno del Pepe y Lucia. Un horror…

Aunque pueda acercarme a una herejía lisa y llana, y Dios me guarde por semejante audacia, me parece que Ojeda es la extensión de Lacalle, tiene su vitalidad y entusiasmo y la mayoría del electorado podría ver en él la verdadera sucesión y espíritu de la Coalición Multicolor de Gobierno en acción. Lo único es que Ojeda no es blanco, todo lo contrario es bien colorado, pero a los efectos de ganar una elección eso parece ser cada vez menos importante, colorado batllista daría más o menos igual. Las victorias no se asientan en los votos ideologizados, integrantes militantes y cotizantes de un partido político, que son la base pero no la razón del triunfo de cada oportunidad. Son la razón necesaria pero no suficiente… Se ganaría con los independientes, con los que votan a las personas, con los eventuales, con las mayorías silenciosas, con los que van para un lado y otro de espectro político por razones diversas y a veces inverosímiles.

Que me perdonen y entiendan los viejos colorados de Rivera y batllistas de Don Pepe, o los blancos de Lavalleja, de Aparicio y Herrera, pero reitero que en estas circunstancias históricas pienso firmemente que de alguna forma, Andrés Ojeda es Luis Alerto Lacalle Pou, y este último tiene un nivel de popularidad extremo a esta altura de su gobierno que bien la puede usufructuar el competidor colorado, por transitiva...

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