La preocupante realidad de la juventud uruguaya
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Por José Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy
Nuestra juventud enfrenta una realidad preocupante: altos niveles de desempleo, precarización laboral y un sistema educativo que no los prepara para el actual tecnológico mundo. Según las últimas encuestas, el desempleo juvenil alcanza al 23%, a lo que se suma bajos salarios y condiciones laborales precarias. Todo lo que suma para que los jóvenes uruguayos tengan escasas posibilidades de lograr su independencia económica y concretar un proyecto de vida.
Esta dura realidad, no solo frena su capacidad para desarrollar su futuro, sino que los coloca en una posición de vulnerabilidad que alimenta la desconfianza en las instituciones y en el valor del esfuerzo personal. Algo que se refleja en la dura y triste realidad de que suman más de 100.000 los jóvenes “Ni Ni” que entre 14 y 29 años no trabajan ni estudian. En este panorama, es lógico que las promesas de un Estado protector encuentren aceptación entre los jóvenes, que perciben la estabilidad asistencialista como una alternativa frente a un sistema laboral que no les ofrece garantías. Camino que los lleva a la dependencia, en lugar de capacitarlos para poder desarrollarse y crecer en el trabajo y esfuerzo.
Parte del problema, es el sistema educativo, que no fomenta la autonomía ni el desarrollo de habilidades críticas. Lo que se refleja en un creciente ausentismo en primaria y una tasa de abandono en la educación secundaria, que determina que solo el 43%, complete esa fase de educación. Base, para acceder a la terciaria, donde también se han detectado problemas de lectura y compresión, aunque parezca una exageración. Pese a este reconocido fracaso, todo intento de alentar una necesaria reforma educativa, como la aplicada por el actual gobierno, recordemos, se vio condicionada por la falta de preparación docente y la lamentable y tradicional resistencia sindical al cambio.
Fracaso que perpetúa un modelo que no conecta con las demandas actuales, dejando a los jóvenes sin herramientas para desenvolverse en un entorno laboral cada vez más exigente. La clase política, tiene gran responsabilidad en esta crisis. Tanto por preservar el statu quo y evitar reformas estructurales, como mantener un sistema superado por la realidad de un Mundo que ha cambiado al batir de la actual reforma tecnológica , insistiendo y alentado el asistencialismo en lugar de mérito. Asi se priorizan programas que garantizan la subsistencia, pero no la independencia. En este contexto, el discurso populista se presenta como una salida tentadora para los jóvenes. Promesas de soluciones rápidas y apoyo estatal ilimitado resuenan con fuerza entre quienes sienten que no tienen alternativas. Sin embargo, este enfoque no aborda las causas estructurales de sus problemas y refuerza la dependencia en lugar de fomentar la libertad y la autonomía.
Esta situación ha llevado a que, al presente, dos o tres generaciones, estén atrapadas en la precarización y la dependencia. Por lo que nuestros jóvenes no tienen acceso a reales herramientas para desarrollarse, ver premiado su esfuerzo y tener acceso a oportunidades dignas. Ante este cruel e injusto escenario,
Uruguay no puede permitirse el lujo, de perder a más generaciones. Garantizar la libertad de los jóvenes pasa por ofrecerles herramientas reales para desarrollarse, premiar el mérito y brindarles oportunidades dignas. Solo así será posible construir un país donde las nuevas generaciones sean protagonistas de su destino y no rehenes de un sistema que los limita y que lleva a la exportación de talentos, como lamentablemente se esta dando, entre los mas preparados y capacitados.
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