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Hay un tema recurrente que viene pegando duro en Salto y es el de la inserción de los jóvenes al mundo del trabajo. El problema es menor (en realidad no lo es, es una expresión que usamos para darle dimensión dentro de otro) en sí, sino que se inserta en el descalabro laboral general. O sea, el problema de la inserción de los jóvenes en el mundo del trabajo está dentro del problema de la inserción en el campo laboral de todo el mundo, pues no es que los mayores la tienen más fácil. Pero a lo que apuntamos es que el joven normalmente está capacitado y es una capacitación reciente por razones de edad lo que hace que si ese muchacho hace poco estudió tiene normalmente manejos de pautas y variables tecnológicas que un hombre de cincuenta años no tiene. Por caso si un muchacho de veinte estudió mecánica está más actualizado que un mecánico de cincuenta y cinco años por citar un ejemplo.

Pero de todas maneras no podemos mirar para el otro lado, los jóvenes en Salto se capacitan, tiene sobrados espacios. Estamos hablando de bachilleratos tecnológicos de la UTU, todo lo que hace a las muchas carreras de la Universidad de la República que con sus enclaves entre Salto y Paysandú tiene un montón de carreras. A eso le agregamos profesorado de Educación Física en la heroica, ni hablar de acá con la Universidad Católica, la UTU de nivel terciario, el Polo Educativo Tecnológico y los dos institutos de Formación Docente (el de maestros y maestros en primera infancia de calle Uruguay y el Centro Regional de Profesores del Litoral con sus carreras de profesorado y maestro técnico). O sea que en Salto no estudia el que no quiere y la verdad que la mayoría de los salteños jóvenes se forman. Eso sí, esa formación no está dando los resultados esperados en la posterior y siempre necesaria inserción laboral. Nadie estudia años para hacer un asado con la familia al lograr el título solamente. Luego hay que agarrar el papelito e ir a laburar y eso está fallando pues este departamento no genera esos espacios lo que hace que tengamos por un lado una juventud sobre formada por condiciones técnicas que no puede insertarse en el campo laboral con lo que se formó; y por otro la clásica, irse de Salto a trabajar a otro lado, en principio el Sur y Este del país sin descartar la emigración.

Por eso es clave que todos los proyectos de desarrollo que se vayan analizando para Salto contemplen la formación que aquí se genera. Esa sería una  interesante labor de la Universidad de la República para ser palanca que articule lo que hay con lo que puede llegar; de paso le daría más legitimidad a sus eternos pedidos de aumento de presupuesto pues una Universidad no solo es una alta casa de estudios sino un bastión de desarrollo de una comunidad y este puede ser un camino interesante para acercar a la comunidad salteña.

A veces se piensa que las universidades tienen que hacer grandes investigaciones o cosas grandilocuentes y es un error, el apoyo a la comunidad que en definitiva la mantiene, debe venir también por canalizar las políticas de desarrollo. Por ejemplo, antes de las elecciones, sería bueno que técnicos universitarios se reunieran con quienes hacen los programas de gobierno y brindaran e intercambiaran información e ideas buscando facilitar el desarrollo de esos planes una vez se alcance el gobierno. Y no caer es tiros al aire como cuando Andrés Lima habló del proyecto El Milagro y tiró lo de los diez mil puestos de trabajo. Un bochazo al menos, pues pasaron seis años y el milagro quedó en el aire.

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