Errada prioridad en las ATD
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Por José Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy

Las Asambleas Técnico Docentes (ATD) son una conquista del magisterio uruguayo. Tienen un fundamento legal y un propósito noble: ser un espacio en el que los docentes puedan reflexionar sobre la realidad educativa y proponer caminos para mejorarla. Y problemas, sin duda, sobran. Escuelas con carencias materiales, docentes desbordados, niños que enfrentan desigualdades estructurales. La educación pública, columna vertebral de nuestra sociedad, necesita más apoyo que nunca.
Por eso duele ver que el debate en las ATD se desvíe hacia temas que, lejos de responder a esas urgencias, parecen desdibujar aspectos fundamentales de nuestra identidad. ¿Es realmente prioritario discutir la eliminación de los actos patrios? ¿No deberíamos estar analizando cómo mejorar las condiciones de trabajo en las escuelas, cómo apoyar a los docentes en su tarea diaria, cómo garantizar que cada niño reciba una educación de calidad?
Nadie niega que el mundo cambia y que ciertos rituales pueden requerir adaptación. Pero hay una gran diferencia entre repensar una práctica y desacreditar su esencia. Calificar de “violencia simbólica” el canto de versos como “no reclamo más honor que morir por mi bandera” es, a nuestro entender, un reduccionismo. Estas palabras no buscan glorificar la muerte, sino representar valores como el compromiso, la lealtad y el amor por la comunidad.
Es cierto que muchos niños no comprenden plenamente el significado de esos símbolos. Pero esa es, justamente, una oportunidad educativa. Es responsabilidad de docentes y familias explicar, contextualizar, transmitir. La solución no es eliminar lo que no se entiende, sino enseñar su sentido profundo. La patria no es un concepto opresivo: es el suelo que pisamos, la historia que compartimos, la memoria de quienes soñaron un país más justo.
¿Qué mensaje estamos transmitiendo si decidimos dar la espalda a esos símbolos? ¿Que ya no vale la pena reconocer lo que nos une? ¿Que el esfuerzo y el sentido de pertenencia son valores descartables?
Las ATD tienen una responsabilidad enorme. Son un espacio valioso para discutir políticas educativas, pensar en nuevas estrategias pedagógicas, atender las urgencias cotidianas del sistema. No deberían convertirse en escenarios para debates que, más que unirnos, nos fragmentan.
Hoy más que nunca necesitamos construir consensos, recuperar lo que nos identifica, sostener aquello que nos hace uruguayos. Nuestras banderas no son meros trozos de tela; representan un país que nos contiene a todos, desde el trabajador más humilde hasta el ciudadano más privilegiado.
Si hay algo que puede y debe cambiar en la educación, es todo aquello que impide el acceso, la equidad y la calidad. Pero no perdamos de vista que una educación sin identidad es una educación vacía. Las ATD tienen una oportunidad única: contribuir a una escuela mejor, más justa, más inclusiva. Pero para lograrlo, deben enfocarse en lo esencial y no en desmantelar lo que, con errores y aciertos, nos ha sostenido como comunidad.
Porque la patria no es violencia. La patria es hogar. Y defender sus símbolos, lejos de ser un acto retrógrado, es un acto de amor.
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