El problema del vertedero municipal de Salto vuelve a ocupar la agenda pública. Tras un incendio que se prolongó durante cinco días a fines de noviembre, la Asociación Civil Ambientalista de Salto (ACAS) renovó su llamado a las autoridades locales para encontrar una solución definitiva. Su referente, Héctor Mogliazza, advierte que el vertedero con más de 30 años de funcionamiento “ya ha contaminado las aguas subterráneas y el arroyo San Antonio”, y que su impacto ambiental es “insostenible”.

Un problema viejo y una ley que marca los plazos

“Es un tema conocido y pesado para los gobernantes”, afirmó Mogliazza en entrevista en el Streaming de Diario La Prensa. Si bien reconoció la disposición del nuevo gobierno departamental, criticó la falta de avances concretos: “Hace cinco meses que asumieron y seguimos esperando una respuesta. La ley 19.829, aprobada en 2019, fijó el 2025 como límite para eliminar todos los vertederos a cielo abierto del país. El tiempo se acorta”.

El dirigente ambientalista recordó que otros departamentos han avanzado en la gestión de residuos, citando los casos de Rivera, Flores, Rocha y Canelones como ejemplos exitosos. “En Rivera el sistema funciona desde hace años: se clasifica en origen, se reduce la basura y se utiliza un relleno sanitario, no un vertedero. Esa es la diferencia”.

Relleno sanitario, la solución técnica y legal

Según Mogliazza, la propuesta de ACAS, “Sellar el actual vertedero y construir un relleno sanitario, como marca la ley”. Explicó que esta tecnología permite aislar los residuos con mallas impermeables, tratar los lixiviados y cubrir el material con tierra, reduciendo al mínimo el impacto ambiental. “Un relleno bien hecho tiene una vida útil de unos 20 años; el nuestro lleva más de 30 sin control. Es hora de cerrar ese ciclo”.

La contaminación generada por décadas de disposición inadecuada preocupa especialmente por su cercanía con fuentes de agua. “El arroyo San Antonio desemboca en el río Uruguay, aguas arriba de la toma de OSE. Hay un peligro latente no solo para la zona del vertedero, sino para toda la ciudad”.

Educación y clasificación: el cambio empieza en casa

Uno de los puntos centrales del planteo de ACAS es la educación ambiental. Mogliazza considera que el cambio cultural es indispensable, “Hay que enseñar desde la escuela que la basura se clasifica en origen. Hoy los niños separan residuos en clase, pero después todo termina mezclado en el vertedero”.

El ambientalista enfatizó que la clasificación no solo reduce la contaminación, sino que puede generar empleo digno. “De la basura se puede sacar dinero, cartón, vidrio, metales, plásticos... todo tiene valor si se gestiona correctamente”.

Aunque en Salto existió un intento de instalar una planta de clasificación, el proyecto no prosperó. “Faltó inversión. Una infraestructura así requiere unos ocho millones de dólares. Hay que construir galpones, equipar a las cooperativas y asegurar condiciones de seguridad laboral”. En ese sentido, Rivera vuelve a aparecer como ejemplo, “Allí los camiones se pesan, se registran, se desinfectan y todo el proceso está organizado. Nosotros seguimos esperando”.

De la basura a la energía, una meta aún lejana

Consultado sobre experiencias internacionales que transforman los residuos en energía, Mogliazza reconoció que la tecnología del plasma para producir gas o electricidad es “altamente costosa”. “Hay industrias en Asia y en Brasil que lo hacen, pero requiere una inversión que hoy está fuera de nuestro alcance”. Lo urgente, según él, es iniciar la transición hacia un sistema sostenible: “El vertedero actual es un edificio de basura. Desde la ruta se ve una montaña blanca en el horizonte. Tenemos que empezar de a poco, por barrios, con educación y compromiso ciudadano”.

Gestión ambiental y voluntad política

Más allá de la urgencia técnica, Mogliazza insistió en la necesidad de una política ambiental clara: “El gobierno departamental no cuenta con una dirección específica de medio ambiente. Salud y ambiente están juntos, pero son temas amplios que merecen estructuras separadas”. Para el dirigente, el presupuesto municipal debería incluir partidas destinadas a cerrar el vertedero y comenzar la construcción de un nuevo relleno sanitario en otro predio. “El actual está saturado. No se puede seguir utilizando ese lugar”.

Proyectos en marcha y trabajo con Salto Grande

ACAS no se limita a la denuncia. La organización trabaja junto a la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande en varios proyectos de educación ambiental y reforestación. “Queremos crear un parque con árboles autóctonos y frutales, para que la gente reconozca y valore su entorno natural”, contó Mogliazza. También planean retomar campañas para el manejo adecuado de pilas, un residuo altamente contaminante. Además, la asociación participa en redes nacionales de ONG ambientalistas. “Hay temas preocupantes en todo el país: el hidrógeno verde en zonas protegidas, la exploración petrolera en el mar, y decisiones que ponen el capital por encima del ambiente. Es un doble discurso que nos compromete a todos”.

El agua, riqueza amenazada

En la parte final de la entrevista, el ambientalista lanzó una advertencia contundente: “El agua es nuestro oro. El acuífero Guaraní vale oro, y lo estamos contaminando”. En su opinión, Uruguay debe proteger sus recursos hídricos con la misma prioridad que su economía. “En muchos países del primer mundo falta agua; nosotros la tenemos, pero la estamos poniendo en riesgo”.

Una mirada esperanzada

A pesar de las dificultades, Mogliazza mantiene el optimismo, “Confiamos en que el gobierno actual tomará decisiones concretas. Desde ACAS queremos aportar en la educación y en el cambio de mentalidad. Cuidar el ambiente es cuidar nuestra salud y la de las generaciones futuras”. Con una mezcla de firmeza y esperanza, el referente ambientalista resumió su mensaje final, “El vertedero de Salto ya no da más. Pero si trabajamos juntos, podemos transformarlo en un símbolo de cambio, no de resignación”.