
Nostalgia y reclamo /
Barrio Dos Naciones: Matías Brochado habla de una realidad que duele
Matías Brochado, el salteño que usualmente rescata postales del pasado, esta vez denuncia un presente que duele. Esta nota bien podría titularse “La realidad del barrio Dos Naciones, contada desde adentro”. Conocido justamente por su incansable tarea de difusión de la historia y la identidad salteña, Brochado día a día comparte en redes sociales imágenes del Salto de antes, anécdotas, rincones olvidados y memorias que despiertan emoción. “Siempre trato de mostrar lo más lindo de Salto, porque lo amo profundamente”, dice Brochado, con la sencillez que lo caracteriza. Pero esta vez, el tono cambió. “Hoy tristemente me toca mostrar de lo más feo… y me duele más, porque es mi barrio”, confiesa. Se refiere al barrio Dos Naciones, el lugar donde creció y que hoy atraviesa una situación que afecta profundamente a su comunidad.
Un sueño que se volvió pesadilla
La denuncia de Brochado tiene como eje la plaza del barrio, un espacio que, como él mismo relata, fue en su momento un sueño cumplido. “Era un lugar para compartir en familia, para ver a los gurises jugar donde nosotros jugábamos… para la vida”, escribe. Sin embargo, esa ilusión se fue desvaneciendo. La plaza, en lugar de ser un sitio de encuentro saludable, se ha convertido en foco de ruidos, disturbios y situaciones de riesgo.
“Todo empezó con motos levantando la rueda, escapes abiertos, torvas haciendo ruido. Lo que era una plaza para jugar, hoy es un punto de encuentro para beber, hacer picadas, gritar, romper botellas, ensuciar”.
Un barrio que no puede descansar
El testimonio continúa con detalles que pintan un cuadro crudo y preocupante. Vidrios rotos junto a los juegos infantiles, cajas de vino, gritos durante la madrugada. Pero más allá de lo visual, Brochado remarca lo invisible: el daño a la convivencia y a la salud emocional de las familias. “Hay vecinos con enfermedades terminales, personas mayores que necesitan tranquilidad, un niño con autismo que se despierta exaltado, bebés que lloran cada vez que estalla un escape”.
Un pedido de respeto, no de castigo
Lejos de adoptar un tono confrontativo, el mensaje es un llamado a la empatía. Brochado destaca que no se trata de “una lucha contra la diversión”, sino de un reclamo por algo básico: el derecho a vivir en paz. “No pedimos más de lo que cualquier ser humano merece: respeto por la vida del otro. Esto no es una batalla entre jóvenes y adultos. Es un pedido urgente por la convivencia”.
También reconoce el esfuerzo de las autoridades locales: “Agradecemos sinceramente a la Intendencia y al personal de Tránsito, que hacen lo que pueden. Pero esto necesita más: más control, más presencia, más firmeza”.
Que el barrio vuelva a ser barrio
El temor más profundo que expresa es tener que pedir medidas drásticas, como cerrar la plaza o quitar los juegos. “Sería el colmo de la injusticia”, dice. Su deseo es mucho más simple y profundo: “Que podamos volver a vivir como antes, con las ventanas abiertas y el corazón en paz”.
Un grito desde el barrio
Con su video y su carta pública, Brochado busca abrir los ojos, generar conciencia, y dejar en claro que esta no es una queja vacía. “Es un grito de gente que solo quiere lo más básico: dormir, vivir y criar a sus hijos en paz”. Y concluye, fiel a su esencia: con amor por su barrio, por su gente, y con la esperanza de que todavía se puede vivir con respeto.
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