
Gary y Angelina /
Desde Salto hasta Buenos Aires, pasión, lucha y abrazo
Campeones nacionales de tango en pista 2024, Gary Etchegaray y Angelina Díaz se preparan para representar a Uruguay en el Mundial de Tango Bs As 2025. Su historia está marcada por la pasión, el sacrificio, la falta de recursos… y, sobre todo, por los abrazos, la comunidad y un profundo amor por la danza rioplatense.
“El tango me cambió la vida. Me curó heridas, me dio un lugar, me enseñó a abrazar de verdad”, asegura Gary sin dudar. Junto a Angelina, pareja en la vida y en la pista, conquistaron el campeonato nacional casi por impulso.
Un título que llegó por sorpresa
El camino hacia el campeonato no fue planeado. “Nos invitaron desde Paysandú, no teníamos ni ropa ni alojamiento. Me olvidé hasta del pantalón del traje”, recuerda Gary entre risas. Fue otro competidor, Gustavo Imperial, quien le prestó el pantalón que se convirtió en “de la suerte”. Etchegaray y Díaz ganaron el primer lugar, y Gustavo quedó segundo… feliz de haber sido parte del triunfo.
Bailar sin red, el tango en el interior uruguayo
Angelina y Gary son de Salto y ensayan donde pueden: en el Mercado 18, en explanadas o frente a la catedral. No tienen un espacio propio ni una escuela formal en su ciudad. “No podemos quedarnos con el ‘no tengo nada’. Donde haya un piso más o menos liso, ahí vamos”, dice Angelina.
En su visión, el tango en Uruguay, fuera de Montevideo, se vive de forma más cerrada y elitista. “En Buenos Aires o Concordia, cualquier persona puede bailar tango. Se encuentran el peón y el patrón en la misma milonga. Eso acá no pasa”, afirma Gary.
Por eso, han llevado el tango a barrios, plazas y calles. Organizan milongas abiertas para romper estigmas y acercar el género a quienes no tuvieron oportunidad de conocerlo. “Nos duele cuando escuchamos a un padre decir ‘mis hijos no tienen idea de lo que es esto’. Eso no puede ser, no en Uruguay”, expresan.
Competir desde el abrazo
Hablar de tango es hablar de abrazo. Para Gary, ese contacto humano es sanador: “Es terapéutico. Cada tres minutos de tango es como una curita emocional. Te cambia la manera de ver el mundo, de relacionarte, incluso como hombre. Rompe estereotipos, micromachismos, inseguridades”.
La competencia, aunque desafiante, es para ellos una herramienta de crecimiento. “El arte es subjetivo. Competir artísticamente no se mide con una regla exacta. Pero competir no es destruir al otro, es medirse con uno mismo”, señala Gary, citando a Usain Bolt: “Yo me preparo cuatro años para correr diez segundos”.
Antes de ser campeones, también perdieron. “Lloramos, sí, pero seguimos adelante”, recuerda Angelina. Incluso han vivido experiencias duras, como una coreografía interrumpida varias veces por fallas técnicas: “Fue un desastre, pero aprendimos de eso”.
El premio mayor, abrazar y enseñar
Además de bailar, Gary y Angelina enseñan. Él da clases de tango y trabaja con jóvenes en murgas. Ella, formada en ballet y hip hop desde los 15 años, aprendió el arte de bailar en pareja: “Hay que sincronizarse, amalgamar energías. Ese es el verdadero reto, y lo lindo también”.
En sus clases, promueven la competencia como herramienta formativa. Critican la tendencia de premiar a todos por igual: “Tenemos que aprender a perder. Si desde chicos solo ganamos, cuando la vida nos dé una cachetada, no vamos a saber qué hacer”, afirma Gary.
Un salto de fe
Cuando comenzaron a bailar juntos en 2013, lo hicieron para poder verse más: ella estudiaba, él trabajaba. “Me pregunté: ¿hago esto para siempre o no lo hago más? Y decidí hacerlo para siempre”, recuerda Gary. Hoy, esa decisión los llevó a representar a Uruguay en el escenario más emblemático del tango mundial. Sin embargo, el reconocimiento local ha sido escaso. “Nos dieron más importancia en otros departamentos que en nuestra ciudad. Eso nos hizo valorar más lo que hacemos”, reflexiona Gary.
Exportar lo nuestro
Ambos coinciden en que Uruguay debe aprender a exportar su cultura tanto como la importa. “Estamos tan pendientes de lo que viene de afuera, que a veces olvidamos mostrar lo nuestro. Y lo que tenemos es hermoso”, afirman. Para ellos, el tango no es solo un baile: es una forma de vida, una herramienta para sanar, educar, integrar y compartir. Desde el mercado, la catedral o cualquier plaza, Gary y Angelina siguen bailando. “Mientras haya un piso liso y dos corazones abrazados al compás del 2x4, el tango seguirá vivo”, aseguran.
Un desafío internacional
Con entusiasmo y orgullo, Angelina Díaz y Gary Etchegaray se preparan para representar a Uruguay en el Mundial de Tango, que se celebrará en Buenos Aires a partir del 20 de agosto. Será su cuarta participación en la competencia más prestigiosa del género, que reúne a más de 800 parejas de más de 30 países. “Queremos estar, compartir, aprender y seguir creciendo. El Mundial es muy difícil; hay gente con más de 25 años de trayectoria que sigue participando”, señala Díaz.
El escenario soñado
El evento combina competencia y cultura. Los bailarines pisan el escenario de la Usina del Arte, participan en milongas, toman clases con maestros de renombre y establecen contactos con artistas de todo el mundo. “La organización es impecable. Hasta el que barre te da ánimo”, comenta Gary entre risas.
Buenos Aires vive el tango con intensidad: finales en plena Avenida 9 de Julio con el Obelisco de fondo, o en escenarios como el Movistar Arena. “No dudan en cortar calles para que el tango brille. Eso te dice todo sobre la importancia que le dan”, dice Etchegaray.
Detrás del glamour, la logística
El camino no es fácil. Durante la estadía deben trasladarse largas distancias para ensayar, alquilar salones y cumplir con un exigente calendario. A esto se suman los altos costos de vestuario y calzado: “Son dos competencias, por lo que necesitamos trajes y zapatos duplicados. Cuando empezás a sumar, son varios miles de dólares”, explica Gary.
Para afrontar los gastos, lanzaron una campaña de apoyo que tuvo repercusión en medios y redes. Incluso la intendencia de Salto brindó apoyo institucional. “Es fundamental que las políticas públicas acompañen, porque no vamos representándonos solo a nosotros, sino al país entero”, subraya Gary.
Inspirar desde Salto
La pareja quiere que su participación motive a otros artistas locales. “En Salto a veces se piensa que hay que irse para lograr algo, pero desde acá también se puede, con esfuerzo y trabajo”, afirma Díaz.
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