¿Se viene el fenómeno de La Niña? /
Modelos internacionales anticipan un verano con menos lluvias y más calor
Los primeros meses de la primavera llegaron con lluvias abundantes, pero los principales modelos climáticos internacionales comienzan a advertir un cambio de escenario. El enfriamiento del Pacífico ecuatorial, visible en las últimas actualizaciones, sugiere la posible instalación del evento La Niña, fenómeno asociado a precipitaciones por debajo de la media y temperaturas más elevadas en buena parte de la región.
De acuerdo con los sistemas meteorológicos globales, el trimestre noviembre-diciembre-enero presentaría lluvias superiores a lo normal en el noroeste argentino, mientras que la franja del litoral uruguayo-argentino y el centro-este del Uruguay registrarían valores inferiores a la media. En cuanto a las temperaturas, los pronósticos aumentan la probabilidad de registros altos en el litoral, el centro y el este del país, en un escenario típico de La Niña.
El modelo CFS de Estados Unidos mantiene con firmeza la señal de enfriamiento del Pacífico ecuatorial, elemento clave para el desarrollo del fenómeno. Esta tendencia podría comenzar a modificar el patrón de lluvias durante noviembre. Aunque los mapas actuales aún muestran circulación de humedad y un incremento en las precipitaciones —más cercano al comportamiento de un año Niño— los meteorólogos advierten que el proceso de transición ya está en marcha.
Sin embargo, no hay unanimidad. Algunos especialistas sostienen que La Niña ya se instaló en octubre, cuando los indicadores oceánicos empezaron a dar señales claras de enfriamiento. Hasta ese momento, las tormentas intensas habían recargado ríos, arroyos y suelos, en una dinámica asociada al Niño. Pero la abrupta reversión de esa tendencia los lleva a afirmar que la Niña está operativa y que podría extenderse durante la primavera y buena parte del verano. Según estimaciones australianas, los efectos se mantendrían al menos hasta diciembre, con una salida gradual recién en enero.
Aunque el panorama apunta a una temporada potencialmente seca y calurosa, los especialistas subrayan que la situación actual es particular: los suelos conservan reservas de humedad elevadas y los sistemas hídricos cuentan con buenos niveles de agua. Esto atenúa los riesgos inmediatos, aunque no los elimina.
Noviembre será decisivo. Si el enfriamiento del Pacífico continúa consolidándose, el país podría ingresar de lleno en un patrón típico de La Niña, con sus ya conocidas implicancias para el agro, los recursos hídricos y la planificación productiva para el verano.
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