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A  solo 12 días de las elecciones nacionales a celebrarse el 28 de julio, el presidente venezolano Nicolás Maduro no ha querido hablar de negociación ni de transición, con la oposición que seguramente lo derrotaría. Algo, que todos temen, empuje finalmente a los chavistas a manipular el resultado de las elecciones, como ya ha pasado o pasen directamente a dar un golpe de estado.

Maduro, apuesta a un tercer mandato presidencial, que se sumarían a los 12 años que  ya ha disfrutado en el poder, adonde llegó, como es notorio, como heredero político del Comandante Hugo Chavez Frias y su autoproclamada  Revolución Bolivariana. Maduro, para asegurar su propósito reprime y acosa a su rival Edmundo González Urrutia, el candidato de la coalición opositora Plataforma Unitaria, donde es líder  María Corina Machado.  

En estas elecciones presidenciales, que el mismo mandatario convocó de manera anticipada a las constitucionalmente fijadas para diciembre, en realidad fueron planteadas, pensando que podía repetir la maniobra de 2018,  donde mediante la abstención de la oposición, le permitió mantenerse en el poder en un presunto marco legal. Al presente, la jugada le salio mal, porque no pudo impedir que González se presentara, apoyado por la inhabilitada María Corina, al acto electoral.

Al día de hoy, la dupla González y Machado, encabeza los sondeos con más de 60 puntos por encima de Maduro y arrasa en actos en espacios públicos, convocando a  multitudes, que ya marcan quien será el ganador de la contienda electoral.

Ante este escenario, Maduro atacó al candidato opositor y su equipo, amenazando con no entregar el poder.  Así llegó a declarar: “Juro ante ustedes militares de mi patria que este bastón de mando de comandante en jefe seguirá en buenas manos en los años por venir, jamás este bastón de mando caerá en manos de oligarca o títere, lo juro, jamás tendrán ese acto de deshonra”, dijo el pasado 5 de julio. 

Ya en pleno desarrollo de sucia campaña,  Maduro afirmó que si la "oligarquía" gana el 28 Julio “puede haber  otro 27 de febrero”, haciendo referencia así al “caracazo” de 1989, un estallido social con  muertos, saqueos en supermercados y comercios. En su desesperación también insinuó un posible alzamiento militar si pierde la elección. Así desde tiendas opositora se denunció, que el chavismo, estaba preparando una “jugada sucia”. Algo que se dice, se refleja en que Maduro, evaluó dar un golpe de Estado, idea primero frenada y luego desechada, ante la realidad  que  no tendría respaldo ni siquiera de quienes coinciden con su  ideología de izquierda: Gustavo Petro de Colombia y Lula da Silva, de Brasil.

Ante este escenario, el destino de Maduro y su numerosa familia, podría ser un exilio dorado, ya en Punta Cana, en lujosa villa con 9 habitaciones, 10 baños,  campo de golf, piscina y  terrazas, que Maduro pagó  18 millones de dólares o en Turquía, donde posee cuentas bancarias por más de 10.000 millones de dólares, donde estaría, con protección privada y política- gubernamental a salvo de quienes tentados por una recompensa de 15 millones de dólares, intentaran o gestionaran su extradicción a EE.UU. para llevarlo a juicio por narcotrafico y lavado de dinero.

Algo que desnuda, el desvió a la corrupción en que la Revolución Bolivariana cayó sin importarle el destino de penurias que el desgobierno populista, proporcionó al pueblo venezolano.

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