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 Ya está. La hora llegó, empezamos a transitar la semana de las elecciones lo que implica el último movimiento con vigencia hasta la medianoche del jueves por el ingreso de la veda política.

La magia de la democracia implica esto, cada uno sabe que su voto es apenas uno, pero justamente esos votos de a uno son los que deciden, los que llevan gente a las Cámaras, los que harán diputados o senadores a los candidatos y además quienes darán respaldo a las fórmulas que llevarán al ballotage a los dos primeros. Uno pienso que su voto es algo nimio pero no es así, es el momento de decidir, de premiar.

Sería interesante que cada elector valorara el acto que va a llevar adelante pues no pasa en todo el mundo. Este año tuvimos la suerte de visitar Cuba y allá al presidente lo elige una cúpula y calladitos sin chistar. Pero hay un tema, desde la asunción de Fidel Castro la democracia huelga pero a su vez como fue en el año 1959 la mayoría de las personas que nacieron por allí y ni hablar después no conocen otra cosa. Nos lo decía el remisero que contratamos para movernos por La Habana. "Yo no conozco otra cosa que esta forma de vida, esta escasez, esta forma de Estado y nunca salí de Cuba". No se extraña lo que no se conoce. Por lo que el acto del domingo tiene una magia especial. De todas formas es clave que los políticos cuiden el sistema para no forzar los mecanismos de la democracia, entre otras cosas no mentir a sabiendas o en forma descarada como lo hacen algunos que no se les mueve un pelo.

Cuesta creer el pase de facturas de todo tipo en todos los niveles asumiendo que la gente toma en cuenta y luego vota por esto. Sin embargo los estudios más reconocidos hablan de que cuando llega el momento electoral, o sea ese mes y medio o dos meses antes cuando calientan los motores y empieza a carretear el avión se estima que el ochenta por ciento tiene definido el voto. Lo que puede llegar a asumirse como una cultura cívica muy cercana al partidismo, o sea que tenemos una enorme mayoría que "es hincha" de su partido lo que también nos dice que está dispuesto a tolerarle todo, o mucho y a buscar el pelo al huevo al rival. No es muy bueno pues así los políticos se acostumbran a tener un electorado cautivo que no razona, simplemente les dice amén. Así empezó el chavismo, así empezó el kirchnerismo. No hace falta mucho para decir cómo terminaron. Son dos de las naciones de mayor inflación, corrupción y peor nivel de democracia. Casi nada.

Desde la experiencia de los distintos lugares donde hemos estado somos contestes en decir que quienes están en función de electores deben exigirle otro nivel a la clase política y eso implica que se le exija nivel a la hora de gobernar, legislar, administrar el Estado. Que no aparezcan más los desguisados como la regasificadora o perder nada menos que novecientos millones de dólares al frente de una empresa pública y monopólica como Ancap que hubo que capitalizar. Debe existir otro nivel de la forma en que se manejan los recursos del Estado. Escuchamos hace poco a la nobel dirigente del MPP Blanca Rodríguez reclamar recursos para la niñez diciéndole al actual gobierno que no era tanto lo que se necesitaba. Allí, al lado, tenía a sus compañeros de la barra de Mujica que cuando estuvieron al frente del Ejecutivo gastaron en cualquier cosa miles de millones que luego hubo que arreglar desde el ajuste, y lo dijo el propio Tabaré Vázquez. Capaz la ex periodista no se acuerda pero los registros están. Son sus nuevos compañeros los dirigentes que derrocharon todo, habría que cuidar los discursos y ajustarlos a la realidad. Habría.

 

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