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A mediados de los 80, visitaba periódicamente en los talleres de la Impresora Salto a aquel gran hombre que fue Jorge Andrade Ambrosoni. Su escritorio (llamémosle así) no tenía puertas y sus paredes no llegaban al techo. En realidad, era una muy pequeña habitación, casi espartana. Sobre un escritorito estaba su máquina de escribir y en la pared sur, se apilaban los papeles en dos o tres estantes. Él tenía un modo muy personal y peculiar de archivar sus asuntos. Los iba poniendo unos arriba de otros y cuando buscaba algo, recordaba mas o menos de qué fecha eran y los encontraba en las distintas pilas que tenía en dichas repisas.

Andrade utilizaba los recortes de los papeles sobrantes y si éstos resultaban cortos para la editorial de la Radio Cultural- que a diario escribía- pegaba con goma arábiga otro retazo, suficiente como para terminar la nota. Allí me recibía y amablemente conversaba unos minutos conmigo.
Un día me dijo que la izquierda debía convertirse en un solo Partido. Tal vez no le dí mayor trascendencia a ese punto de vista, porque el Frente Amplio existía desde 1971. Como coalición, pero existía al fin.

El conglomerado de izquierdas había votado en la última elección antes de la caída de las instituciones bajo el lema Partido Demócrata Cristiano porque las reglas electorales sólo permitían la acumulación por sub lemas a los lemas permanentes.

Pocos años después, mientras yo presidía la Junta Departamental, falleció Andrade. Pude haber compartido sesiones en la Cámara de Representantes con él, ya que fui convocado una y otra vez, pero preferí terminar mi gestión en el deliberativo comunal.

Fue pocos meses después, allá por 1987, que me tocó votar en el plenario de la Cámara Baja la norma que permitió al Frente Amplio continuar actuando bajo ese lema permanente y por lo tanto, nutrirse de varios sub lemas. Siguió siendo una coalición, pero esta vez, bajo un lema propio.
De esta manera, distintos partidos políticos, tales como el Demócrata Cristiano, el Comunista, el Socialista, etc. pudieron acumular sus votos.

Estos recuerdos que comparto con ustedes, son la mejor forma de ilustrar lo que deberá pasar en el futuro cercano, ya que ha llegado la hora en que la otra Coalición de partidos, la Republicana, se convierta en un lema permanente. Si eso hubiere ocurrido, los partidos de la Coalición hubieran gobernado todas las intendencias de la República, a excepción de Montevideo y Canelones, y seguramente- teniendo en cuenta los resultados de las elecciones nacionales el mes pasado- volverían a conquistar todas esas comunas.

Además, hubieran conquistado la mayoría de la Cámara de Senadores, la que- debido al régimen electoral uruguayo- le ha correspondido al Frente Amplio. Sobre el particular, el Dr. Julio María Sanguinetti ha dicho que “el país está separado en su demografía electoral en dos grandes espacios” y “eso no creo sea necesariamente malo”. “Lo malo es cuando los países se fragmentan, como es el caso de Chile, Perú y la gobernabilidad se hace casi imposible”, aseguró. “Hay un nuevo bipartidismo”, expresó Sanguinetti. Y esa es la realidad.

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