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Hay unas galletitas uruguayas, muy lindas, que vienen en tres filas que se comercializan mucho en la plaza local. Un lector de nuestro Vespertino quedó asombrado de la diferencia de precios de la misma. Por un lado la vio en un supermercado local a ciento treinta y siete pesos, en otro de cadena nacional a dieciocho pesos más, pero la misma galletita sin sal estaba veinte pesos más barata en la cadena nacional.

A eso se le agrega que por ejemplo en otro supermercado de cadena local estaban las mismas galletitas a distinto precio, más al medio de los dos que marcamos al principio. A veces no se ponen de acuerdo... jejeje.

 

Hay una realidad dolorosa de gente en la calle pero también hay que entender al vecino. En un comercio cercano a nuestro diario, pero del otro lado de calle Uruguay, se armó casi que una casa de gente de la calle. Es que la ochava o la esquina para ser más moderno tiene dos pisos de construcción y sobresale una especie de triángulo grande que sirve de techo a buena parte de la vereda.

 

En ese lugar apareció gente que se instaló allí con todos los chiches, por ejemplo una cama de madera con todo lo que esto implica pues había que sacarla cada mañana para que el comerciante pusiera carteles, cajones y todo lo que hace al servicio de la mini empresa. Pero antes debía baldear con agua, jabón e hipoclorito de sodio, se entiende por qué. A la larga hizo la denuncia para que la policía evitara que eso se transformara en una casa dormitorio a la sombra, nunca tan bien dicho, del techo que se formaba por la vivienda del segundo piso. No se trata de hacer el mal sino de entender que ante esta situación hay que proteger al vecino que está correctamente afincado y paga sus impuestos.

 

Pasa el tiempo y siguen llegando (malas) noticias de lo que representa la esquina de Dr. Francisco Soca y 8 de Octubre, por gente que no respeta la preferencia de los que vienen de la derecha, en este caso de la segunda calle nombrada. Sería mejor que en algún momento se pusiera por ejemplo un resalto en Soca para obligarlos a frenar así se le da tranquilidad a los que vienen por la fecha que recuerda la paz firmada, como hay cien metros más abajo cuando se cruza con Grito de Asencio. Es que lamentablemente los salteños parece que lo único que respetan es eso porque a los semáforos, si bien la enorme mayoría le hace caso, hay un cierto público motonetista que ni bien puede sigue lo que es una locura total.

 

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