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El cambio en paz fue el eslogan de la campaña política de Julio María Sanguinetti a la salida de la dictadura. Con esa frase encubría el pacto realizado con el General Medina en el cual se le garantizaba a los militares impunidad. Obvio que ese pacto nunca fue reconocido, recuerdo que cuando se le interrogaba a los participantes del Club Naval sobre el tema, mediante eufemismos eludían contestar sobre la realidad, se decía que este tema había sobrevolado, o que era algo subyacente etc. 

La verdad, el principal ideólogo del  pacto fue Julio María Sanguinetti quien convenció al General Medina de que se le garantizaría la impunidad de sus crímenes, de lo contrario el General no iba a entregar a sus camaradas, muchos de ellos criminales. El gobierno militar en ese momento estaba acabado, a pesar que su reforma constitucional recogió el  43 por ciento de aprobación, sin la reforma que legitimara su gestión debieron acordar con Sanguinetti la forma de salirse del gobierno. La situación económica se había complicado, la rotura de la tablita fundió a medio país y todo se les hacía cuesta arriba. A pesar de ello,  no se podía desconocer que tenían las armas y el poder de facto.

La parodia Sanguinetti  - Medina quedó al descubierto con la primera citación a los militares por crímenes cometidos durante el proceso, Medina se hizo de los cedulones citatorios y los citados fueron protegidos por sus superiores, esto en plena democracia, el ejecutivo desobedeciendo una orden del Poder Judicial.

Ante esta situación, se votó la ley de caducidad, una ley para sanear las patologías generadas en el pacto, ahora sí, de forma expresa se les exoneraba de culpa. La ley fue plebiscitada y ratificada por la ciudadanía, que en ese plebiscito, nos guste o no nos guste se sellaba la suerte de los juicios contra los militares, pero en definitiva fue el soberano quien decidió.

A partir de ahí el FA  comienza con interpretaciones absolutamente inconstitucionales,  con leyes penales retroactivas, muchos de los que habían participado en el pacto, lo desconocieron y pasaron a la vereda del frente, todo lo cual le costó la vida a Wilson Ferreira que fue quien le sacó las castañas del fuego al señor Sanguinetti y sus secuaces.

Pasaron los años y no existió ni cambio ni paz,  se montó  en franco desconocimiento a la ley ratificada por la soberanía popular, una persecución a los genocidas, unida de prebendas para familiares de desaparecidos etc.

Para terminar toda esta triste historia, ahora aparece la señora Topolansky y revela que la prueba de muchos de los juicios sobre los que recayeron condena de prisión efectiva es falsa.

Ahora sí que no habrá paz,  ninguna parte pidió perdón y los vencidos hoy son los vencedores y están escribiendo una historia que no pasó.

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