La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Una de las principales limitaciones que se enfrentan a la hora de examinar el trabajo adolescente es la ausencia de mediciones periódicas que cubran la totalidad del territorio nacional, esto es, tanto las áreas urbanas como las rurales.

Esta limitación cobra importancia si se considera que uno de los rasgos característicos del trabajo infantil y adolescente es su desigual incidencia en las áreas urbanas y rurales. En efecto, existe abundante evidencia que confirma la existencia de una incorporación mayor y más temprana en el mercado laboral en las áreas rurales. La limitada oferta educativa existente de nivel medio es un fuerte condicionamiento, entre otros factores, para la toma de decisión sobre estudiar o trabajar, siendo la segunda opción la más frecuente. No obstante, cabe destacar que en los últimos años el sistema educativo ha reconocido esta situación y ha venido realizando esfuerzos para expandir la oferta de educación media en estas áreas, particularmente con la instrumentación de 7°, 8° y 9° años en centros educativos rurales, a fin de garantizar la posibilidad de que muchos adolescentes culminen el ciclo educativo obligatorio de nueve años previsto por la legislación nacional.

Los resultados indican que en 1999 trabajaba en todo el país el 17,6% de las personas mayores de 13 años y menores de 18. En el área rural y localidades menores de 5.000 habitantes, uno de cada tres adolescentes se encontraba ocupado, proporción que duplica lo estimado para las localidades urbanas. Por otra parte, el medio rural y las localidades de menos de 5.000 habitantes aportaban en 1999 el 37% de los ocupados, cifra muy superior al 21% que representaban en ese momento los adolescentes rurales dentro del conjunto de adolescentes de todo el país. Como era de esperar, el volumen más importante de adolescentes con dedicación exclusiva al estudio se da en las localidades urbanas.

Además, la condición simultánea de ocupado y estudiante es más probable en estas áreas, donde el 36 % de los adolescentes que trabajan continúan vinculados al sistema educativo. Cabe resaltar que en las áreas de menos de 5.000 habitantes y rurales sólo uno de cada cinco adolescentes que trabajan continúa estudiando. Los datos confirman así la segmentación geográfica de la participación laboral de los más jóvenes, ya que en las zonas de menos de 5.000 habitantes y rurales la insuficiente oferta de educación media y, por ende, la necesidad de los adolescentes de trasladarse a otras localidades para seguir estudiando estaría determinando, en una proporción mayor que la registrada en las áreas urbanas, la incorporación temprana al mundo laboral.

El impacto que tiene la actividad laboral de los niños sobre la asistencia escolar representa una de las dimensiones más relevantes con relación al fenómeno del trabajo infantil. En ese sentido, algunas cifras preocupantes se pueden adelantar: entre 1999 y 2000 el 2,6% de los niños de entre 5 y 11 años no asistía a ningún tipo de establecimiento educativo, lo que significaba en términos absolutos que aproximadamente 7.400 niñas y niños se encontraban fuera de la educación. Por otro lado, el 7,8% de los adolescentes de 12 a 14 años no asistía a establecimientos de enseñanza. Partiendo de este diagnóstico global sobre los niveles de cobertura educativa, es posible analizar específicamente la relación entre el trabajo infantil y la asistencia a centros de enseñanza. En esa línea, la información relevada permite constatar que el 30,3% de los adolescentes trabajadores de 12 a 14 años no concurría a establecimientos educativos. La información permite afirmar también que, de los adolescentes de 12 a 14 años que trabajaban, la proporción que no asistía a centros educativos era casi cinco veces mayor que entre quienes no trabajaban, lo que constituye un dato revelador con respecto al peso que tiene el trabajo adolescente (entre otras variables) en la deserción escolar.

La OIT recomienda que los adolescentes no trabajen hasta terminar el ciclo educativo obligatorio o después de los quince años de edad. Según la encuesta del INE, el 16,5% de los varones dicen no tener interés en la escuela o en estudiar. Esto coincide con que los niños y niñas ocupados presentan las mayores tasas de repetición y abandono del sistema educativo en nuestro país, según el INE. El 91% de los niños y adolescentes concurren a la educación lo que representa que unos 57,8 mil niños y adolescentes no estudian. Muchos de ellos a causa del trabajo infantil. El 42% de los niños y adolescentes que no estudian sólo hace tareas domésticas y el 7,2 no hace ninguna actividad, mientras que el resto trabaja. En el servicio doméstico no remunerado dentro de su hogar, las tareas domésticas (ordenar el cuarto por ejemplo), la realiza un 84,6% de los niños en todo el país (unos 5.795 niños en total).

 

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte