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Hace un rato me comentan de la muerte del escribano Enrique Cesio, una de las mayores figuras de todos los ámbitos y excepcional ser humano que ha dado Salto. Pero situémonos en la realidad. A edad provecta el escribano y profesor Cesio era una de las mentes más inteligentes y de mayor nivel que hemos conocido.

Cesio fue presidente de la Liga Salteña de Básquetbol y sacó campeón a Salto de todo. Cesio fue presidente del Anglo, Cesio aportó en la Sociedad Italiana, en el Partido Demócrata Cristiano, en el periodismo, en la Historia, en la llegada del Papa a Salto en el año 1988, y en todos dejó su marca.

Vamos a una anécdota puntual. A Cesio lo llamaron, antes de la dictadura, para dar clases en el IPOLL, de Historia claro. Los llamaban "precarios", o sea gente que tenía formación pero no era docente. Luego el Conae hizo un llamado a esos "precarios" a nivel nacional. Cesio quedó primero, claro, si era una lumbrera. Y no era profesor de Historia.

En la Liga Salteña de Básquetbol debió enfrentar las divisiones que generaba que estuviera al frente del equipo como DT el Chumbo Arrestia. Cesio los manejaba con altura y paciencia y lograba juntar el agua y el aceite. Cesio era Cesio, era cultura pero también deporte, era sabiduría pero también capacidad de acción. Pocas veces hemos visto a una persona con tanta inteligencia en tantas áreas distintas.

A eso hay que sumarle su pluma periodística, crítica, aguda, notable, haciendo escuela. Cesio además ayudaba. Y  mucho. Pero en silencio como buen cristiano. Si habrá hecho poderes, trámites, certificados a cambio de los timbres y bueno, para dar un a mano. Si Cesio hubiera cobrado todo lo que hizo como profesional de la escribanía tenía varios edificios.

Pero supo hacer desde su capacidad innegable una solidaridad sin par.  Cesio era la cultura, era el Derecho, el deporte, la Historia, la Literatura, los inmigrantes, la Iglesia, el periodismo, la izquierda y la solidaridad.

Cuando en el año 2018 viajé a Europa lo primero que hice fue traerle un presente y material periodístico pues recuerdo aún cuando arranqué como periodista la mano que me dio. Se va un hijo señero de Salto que usó su enorme talento siempre, siempre, en beneficio del otro.

Quizá entre tanto nivel, entre tanta sabiduría, elegimos su cristianismo sin par, el pensar en el otro, el ayudar sin decir. El silencio marcó el camino de un hombre que podía haber dicho tanto pero eligió el magnífico destino de la modestia.

Que su familia, que mi amigo Juan Pablo sepan que todo Salto recordará una vida ejemplar y un accionar a la altura de los verdaderos maestros de la vida.

 

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