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Cuántas veces oímos que: “el frío es psicológico” y nos reímos al escucharlo o al decirlo, en este artículo vamos a compartir al respecto. La mente modula y modifica nuestras experiencias sensoriales en función de una variedad de factores psicológicos y emocionales. Conocemos a muchas personas que en pleno invierno andan de manga corta, aunque estemos en plena ola de frío polar. Entonces, ¿es psicológico el frío?, existen diferentes receptores sensoriales involucrados en la detección de temperatura por el sistema nervioso humano. Estos son parte de la amplia red sensorial por la que el cuerpo percibe estímulos del entorno.

¿Puede nuestra mente influir en estos receptores?

Interviene en cómo percibimos los estímulos sensoriales, incluyendo la sensación de frío o calor. Y estos, a su vez, intervienen en cómo percibimos la temperatura, pero no significa que el frío o el calor sean «psicológicos» por completo.
Un grupo de investigadores demostró que es posible controlar la temperatura corporal mediante la mente. El estudio, publicado en la revista PLoS One en 2013, expuso casos de aumentos significativos de la temperatura corporal central en monjas tibetanas que practicaban la meditación g-tummo.

El frío en sí mismo no es psicológico

Es una sensación física que se produce cuando nuestro cuerpo experimenta temperaturas bajas. Si enfrentamos bajos grados, el cuerpo reacciona para mantener su temperatura interna adecuada y protegerse del frío. Esta respuesta fisiológica incluye la contracción de los vasos sanguíneos en la piel y la generación de calor a través del metabolismo.
Sin embargo, existe un fenómeno conocido como «sensación térmica» o «percepción del frío» que puede estar influenciado por factores psicológicos y ambientales. Esto se refiere a cómo percibimos la temperatura según factores como la humedad, el viento y la ropa que usamos, además de nuestra propia respuesta psicológica al ambiente.

¿Cómo inciden las emociones en la temperatura corporal?

Cuando nos encontramos en situaciones emocionales o estresantes, es posible que sintamos más frío o calor de lo que la temperatura ambiente indicaría. La ansiedad, el miedo o la excitación median en cómo percibimos el frío. También es común que en situaciones de estrés o nerviosismo se experimente el fenómeno conocido como «piel de gallina», que es una reacción del sistema nervioso autónomo a ciertas emociones. De hecho, según un estudio publicado en la revista Psychological Science, la soledad y/o la exclusión social pueden provocar la sensación de frío.

¿Cómo puede afectarnos el frío a nivel psicológico?

Afecta a nivel mental de varias maneras. Aunque la mayoría de las personas tienden a centrarse en los efectos físicos, es importante reconocer que también tiene un impacto significativo en la salud mental y bienestar emocional. Exponerse a temperaturas frías durante un período prolongado se asocia a cambios en el estado de ánimo. El frío puede hacer que el cuerpo trabaje más para mantener la temperatura interna apropiada, lo que lleva a una sensación de fatiga y falta de energía, incidiendo en nuestra motivación y capacidad para concentrarnos. Incide en la calidad de sueño en cuanto a la dificultad para conciliarlo o mantenerse dormido. Es posible que las temperaturas frías produzcan incomodidad en la cama y causen interrupciones en el ciclo de sueño.

Señales de la mente

Para finalizar es importante tener en cuenta las señales de nuestra mente y cuerpo durante los cambios climáticos, y asegurarnos de atender nuestras necesidades psicofísicas para evitar enfermedades. Algunos/as toleran mejor las bajas temperaturas y no experimentan impactos significativos en su salud mental, mientras que otros son más sensibles. Es importante que sin notan cambios emocionales en ustedes o sus seres cercanos busquen ayuda profesional ante dificultades en el bienestar emocional.

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