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Después de que la Policía  llevara a declarar a las máximas autoridades del tránsito departamental durante el gobierno del Frente Amplio, la vida de Milton Furco cambió para siempre.  A pesar del paso del tiempo, la investigación sigue abierta en Fiscalía, y Furco, hoy más sereno, rompió el silencio tras años de presiones, amenazas y aislamiento.

Durante casi tres décadas, Milton Furco fue parte del sistema de tránsito en Salto. En silencio, cumplió funciones, dio charlas para obtener licencias de conducir y fue testigo directo del funcionamiento interno del área. Pero su vida laboral dio un giro radical tras quedar involucrado —según él, injustamente— en una trama de acusaciones y rumores. Hoy, con un cambio de gobierno y “más paz que miedo”, decidió hablar públicamente.


Acusaciones sin pruebas

Milton recuerda que su función siempre fue clara: estaba a cargo de las charlas teóricas y las pruebas prácticas para obtener la libreta de conducir. “No tenía acceso a emitir libretas ni a procesarlas. Solo daba la prueba”, subraya. Aun así, fue señalado como partícipe en una supuesta entrega de libretas irregulares. “Entregué mi celular, con todas las pruebas. Nunca fui citado por Fiscalía, ni imputado, ni investigado como responsable. Siempre fui testigo. Pero eso no evitó que me insultaran, que me amenazaran y que mi familia sufriera las consecuencias”, lamenta.

Agresiones, amenazas y persecución

Los episodios más dolorosos no fueron en oficinas, sino en su casa. Milton cuenta que una tarde le patearon la puerta con violencia. “Pensé que la tiraban abajo. Era un jerarca de tránsito que me gritó e insultó, diciéndome que yo los había delatado. Me acusaban de cosas que no hice.” También denunció una agresión física durante un altercado en oficinas municipales. En ese episodio, Furco intervino para separar a una persona que golpeaba al entonces director de Movilidad Urbana, Henry Albarenque, y recibió un puñetazo en el pecho. “Fui a defender a otro y terminé agredido yo. Todo quedó en una denuncia que nunca prosperó.”

De tránsito a chofer político

 Milton Furco también fue asignado como chofer del entonces director de Movilidad Urbana, Henry Albarenque. “Me pidió que lo acompañara porque yo tenía antigüedad y experiencia. Así empecé a llevarlo en viajes frecuentes a Montevideo.” Los viajes eran con vehículos de la Intendencia y le pagaban viáticos, mientras el propósito era asistir a reuniones políticas partidarias. “Yo lo esperaba en la camioneta mientras él se reunía con actores políticos. A veces también veía al exintendente Andrés Lima, con chofer y vehículos oficiales, entrando a las mismas reuniones”, denuncia.“Yo cobraba el viático correspondiente. Si no, no viajaba. Pero era claro que se estaban usando recursos públicos para fines políticos. , agregó.

Silencio del gremio ADEOMS

A lo largo de todo el proceso, Furco también se sintió abandonado por su gremio, ADEOMS. “Soy socio desde que entré a la Intendencia. Pero cuando más los necesité, el presidente no me escuchó. En plena reunión, cuando íbamos a presentar audios como prueba, se levantó, atendió una llamada y se fue. Nunca más nos recibió.” Intentó contactar al gremio por mensaje y por teléfono. “Nunca me contestaron. Nunca se arrimaron a preguntar cómo estaba. Y eso duele mucho más cuando uno no está pidiendo favores, solo apoyo para que se escuche la verdad.”

“No me regalaron nada”

Milton enfatiza que todo lo que logró fue gracias a su trabajo. “A mí nadie me regaló nada. Me lo gané. Mientras otros se acomodaban, yo nunca ensucié a nadie para subir.” Denunció también que había presiones internas para  multar  vehículos nuevos, porque “eran los que pagaban”. Y criticó el uso de inspectores como recaudadores. “Nos enseñaron a ser servidores públicos, no cazadores de infracciones. Algunos jerarcas venían a decir a quién había que multar ese día. Eso no es correcto.”

Cierre en paz

Hoy, Milton Furco solo pide poder terminar su carrera con dignidad. Le falta poco más de un año para jubilarse, y quiere hacerlo en calma. “No pido cargos, ni ascensos. Solo que me limpien el nombre. Que me dejen trabajar y cerrar este ciclo tranquilo. Ya no tengo miedo.”

Una historia que no termina

A pesar de las dificultades, Milton Furco no se rinde. A quienes lo señalan sin pruebas, les responde con calma: “Si tienen algo contra mí, que lo lleven a la justicia. Estoy listo.” Y concluye con una frase que lo acompaña desde hace años, pero que hoy dice con otra fuerza: “Por años tuve miedo de hablar. Ahora ya no. Estoy tranquilo porque ya no tengo miedo. Y eso, después de todo lo que pasé, ya es mucho.”

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