¡Aquí me quedo! (II)
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Por Leonardo Vinci
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En la edición de la víspera hacíamos referencia al acuerdo de Ireré Ambá. Agregamos a lo ya escrito que Vicente Zapata, gobernador de Entre Ríos, que conjuntamente con Estanislao López de Santa Fe estuvieron de acuerdo con el plan de ocupar las Misiones Orientales en manos brasileñas, opinaban sobre el General Fructuoso Rivera: “Su táctica y conocimiento práctico-militares, como de las cualidades de los enemigos con quienes debe medir sus armas, son bien notorias. Los resultados gloriosos en esta clase de guerra le han formado un crédito indestructible en el hemisferio americano, él reclama nuestra cooperación… y la mejor política demanda la colocación de un militar temido de los enemigos exteriores, y amado de los paisanos, siempre entusiasmados por un general adornado de las brillantes dotes de recto, afable, generoso, valiente, sagaz y práctico, que hace el amable caudal de su carácter. Él organizará una fuerza inesperada con su solo nombre, e influencia de sus amigos…”
Con un puñado de hombres inició la Cruzada
Y así fue. En 1828, al frente de un puñado de hombres, inició la heroica cruzada con la intención de arrebatarle a los brasileños las Misiones Orientales.
Rivera cruzó el Ibicuí
Tras la conquista de las Misiones- fruto de las negociaciones llevadas adelante por Lord Ponsomby- la patria sería libre al fin convirtiéndose en República independiente. Cumpliendo con la orden de Lavalleja, Rivera ordenó iniciar la evacuación a principios de noviembre. Los guaraníes y los brasileños que habían colaborado con los rioplatenses decidieron llevarse todo lo que tuviera algún valor y marchar al sur siguiendo al ejército. Acompañado por gran cantidad de indígenas guaraníes, y llevando un gran arreo de ganado vacuno, Rivera cruzó el Ibicuí el 22 de diciembre de 1828. Solo quedó en pie en las Misiones Orientales el pueblo de São Borja.
Los brasileros querían hasta el Río Dayman
El mariscal Sebastiao Barreto Pereira Pinto vigilaba los movimientos de las fuerzas de Rivera, que no pudieron detenerse al sur del Ibicuí, que los rioplatenses consideraban la frontera norte de la Banda Oriental. Los brasileños esperaban forzar a los misioneros a retirarse hasta el río Daymán, que consideraban su límite sur.
Rivera llegó al Cuareim: ¡Aquí me quedo!
El mariscal Barreto, no confiaba lo suficiente en sus tropas como para iniciar una batalla y se avino a firmar el 25 de diciembre el acuerdo de Irere-Ambá, por el cual Rivera quedaba autorizado a instalar a la población y milicias que lo acompañaban al sur del río Cuareim. “Aquí me quedo”, dijo Don Frutos. Y allí se quedó.
Artigas debería llamarse Rivera
Razón tenía el historiador brasileño Calogeras al decir: “El Departamento que hoy tiene el glorioso nombre de Artigas, más justamente, debiera llamarse Rivera, pues éste fue quien lo conservó para el Uruguay”. En consecuencia, si el Departamento de Artigas pertenece a Uruguay, se lo debemos a la firmeza con la que actuó Don Frutos, el principal soldado de la independencia del Uruguay.
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