¿Qué es mejor por la mañana, una taza de café o una de té?
Es una verdad por todos conocida que el café lleva cafeína y el té, teína… Pues no. Solemos usar este término para referirnos a la cafeína presente en el té, pero científicamente no existe como un compuesto distinto.
Los granos de la planta del café, se procesan y se tuestan para elaborar la bebida. Además de la citada cafeína, contiene otros compuestos, como el ácido clorogénico, cuyos efectos antioxidantes ayudan a proteger las células del daño oxidativo y pueden tener efectos antiinflamatorios.
La cafeína es conocida por sus efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central, lo que ayuda a mejorar el estado de alerta y la concentración. Numerosos estudios han demostrado que una taza de café puede mejorar el rendimiento cognitivo y la memoria a corto plazo. No obstante, el consumo excesivo puede generar efectos secundarios indeseados, como nerviosismo, insomnio o aumento de la frecuencia cardíaca, por lo que se recomienda moderar su ingesta.
El té: un rival silencioso
Al otro lado, tenemos al té, una bebida originaria de China que ha conquistado todo el planeta.
Existen varios tipos, siendo los más comunes el té verde, el té negro, el té blanco y el té oolong, todos derivados de la planta Camellia sinensis. También contiene cafeína, aunque la cantidad exacta depende del tipo de té y su método de preparación.
Pero tampoco en este caso es su único componente, ni mucho menos.
El té verde, en particular, es muy reconocido por sus propiedades antioxidantes gracias a su alto contenido de polifenoles, como las catequinas. Las investigaciones han demostrado que estos compuestos proporcionan un efecto protector sobre el sistema cardiovascular y pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes tipo 2.
Además, a diferencia del café, el té verde contiene L-teanina, un aminoácido que promueve la relajación sin inducir somnolencia. Esto crea una sensación de “alerta tranquila”, que puede ser más suave que la producida por el café.
Por su parte el té negro, tiene más cafeína que el verde. Se ha demostrado que ayuda a mejorar la función cognitiva y la memoria de manera similar al café, si bien de forma menos intensa. Además, es conocido por sus efectos positivos en la salud cardiovascular, ya que su consumo regular puede ayudar a reducir los niveles de colesterol malo (LDL) y favorecer el estado de los vasos sanguíneos.
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