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Israel se enfrenta desde ayer a una ola de condenas internacionales por un bombardeo que provocó decenas de muertos y cientos de heridos en un campo de desplazados en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.  La operación se llevó a cabo en la noche del domingo, como parte de la ofensiva que Israel desarrolla contra el grupo palestino Hamás, a raíz del ataque terrorista de comandos islamistas en territorio israelí ocurrido el pasado 7 de octubre.

Además, el bombardeo se produjo horas después de que Hamás disparara cohetes contra la ciudad israelí de Tel Aviv y otras zonas del centro del país. Las defensas aéreas israelíes derribaron la mayoría de los proyectiles y no se registraron víctimas.

Según la agencia de protección civil de Gaza, la operación israelí provocó un incendio que arrasó un campo de desplazados en el noroeste de Rafah. El Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, controlado por Hamás, informó que "la masacre" dejó "45 muertos" y "249 heridos".



El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó el hecho como un "accidente trágico" y anunció que su gobierno está "investigando" lo sucedido. "A pesar de nuestro mejor esfuerzo para no dañar a aquellos que no están involucrados, desafortunadamente anoche ocurrió un trágico error. Estamos investigando el caso", dijo el mandatario ayer en un discurso ante el Parlamento.

Según el ejército israelí, el bombardeo tenía como objetivo a milicianos de Hamás y los aviones lograron golpear "una instalación" del grupo islamista, matando a dos altos cargos.

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