Los chisporroteos de las últimas semanas muestran que van asomando las campañas electorales por los gobiernos departamentales y municipales. El comienzo con muchos candidatos ya definidos muestra mucho de impronta personal pero muy poco de contenido programático. Seguramente los partidos estén trabajando en la elaboración de sus programas y pronto estarán disponibles. Entendemos al programa de gobierno como la propuesta que los Partidos Políticos le presentan a la ciudadanía para pactar un rumbo y objetivos. Es una herramienta imprescindible para la gestión de Gobierno.

Existen varias formas de elaborarlo, pero en el método de trabajo asoma el futuro accionar del Gobierno. No es lo mismo que lo haga un grupo selecto de personas (con perfiles políticos y/o técnicos) que construirlo en un marco amplio de participación abierta a la ciudadanía.

Los resultados serán distintos porque la percepción de los problemas y prioridades será diferente. Estará reflejado en el texto que sintetice ese programa, pero también en la forma de gestión de gobierno, cerrada o más abierta hacia el control social, imprescindible en una democracia representativa.

En la actual coyuntura de nuestro departamento y dando por descontado que cada partido tendrá múltiples candidaturas (cosa que no nos parece lo mejor) sería bueno que por lo menos presenten un único programa de gobierno y que el motivo aglutinador no sea solamente ganarle a los otros. Que existan razones por las que pelear por el poder que no sean el poder mismo.

La Constitución y las leyes determinan las competencias de Gobiernos Departamentales y Concejos Municipios, no pueden hacer lo que no están autorizados. Pero pueden hacer más que el imprescindible ABC, con el que se identifica a tres de las primeras tareas: alumbrado, basura y calles. Tienen la capacidad y el respaldo popular para proponer y articular alternativas para ayudar a cambiar la realidad existente en los diferentes territorios.

Hay muchos ejemplos, pero me gusta mencionar el caso del Programa Vivienda Digna que desarrolló la Intendencia de Salto entre 2005-10. Implicaba mucha articulación dentro de la propia Intendencia, pero en especial hacia afuera, donde participaron, de distinta forma y pido disculpas si me olvido de alguno, los Ministerios de Vivienda, de Desarrollo Social y Defensa, OSE, UTE, ANTEL, ANCAP y hasta la Delegación Uruguaya en CTM-Salto Grande, que fue imprescindible para sostener funcionando hasta su culminación los proyectos que quedaron en obra después de 2010. Hecho poco reconocido, pero seguramente mucho más importante que alguna donación para beneficio de los correligionarios.

Hoy, pensar un programa departamental o municipal exige contextualizarlo, considerar que el 1° de marzo asume Yamandú Orsi como Presidente encabezando un gobierno del Frente Amplio. Se presentarán oportunidades.

Seguramente sea un gobierno más sensible a la realidad de Salto que el saliente y destine más recursos. Recursos que no siempre son dinero, podrían ser en la ejecución de políticas para el desarrollo pensadas y orientadas a transformar la realidad para superar los problemas de nuestro Salto.

Por ejemplo, seguramente Uruguay vuelva a tener políticas de turismo y dentro de las mismas acciones específicas para cada una de las regiones. Existió el Corredor de los Pájaros Pintados, diseñado específicamente para nuestra región litoral, seguramente necesitaba ajustes, pero se lo eliminó y sustituyó por la nada. Existieron los Centro MEC, un motor para el desarrollo de políticas culturales en los territorios, se las modificó tanto que prácticamente no existen políticas culturales.

A pesar de los continuos planteos y reclamos de los productores, no hay políticas específicas para el desarrollo ovino ni de la lechería en el norte, imprescindibles construirlas si queremos seguir con pobladores en el interior de Salto.

Los candidatos a Intendente, Ediles y Concejales y los Programas de Gobierno departamentales y municipales deberían comprometerse en buscar líneas de trabajo que más allá del ABC, atiendan esta realidad. De poco sirve a un vecino de Salto, tener las calles en óptimas condiciones si, por no tener oportunidades en su pago tiene que emigrar hacia algún asentamiento.