En el año 1979, durante la llamada Ronda de Tokio, una rueda de negocios organizada por la cadena de Hoteles Hilton (por eso el nombre) en el marco del GATT, acuerdo sobre aranceles y precios, se dio el inicio de la famosa cuota. En tal evento varios países se quejaron ante los representantes europeos por las crecientes exigencias y requisitos para el ingreso a sus mercados de los productos agropecuarios. Por tal motivo se acordó que Europa asignaría un cupo anual de ingreso de carne vacuna a los países extracomunitarios. La carne debe ser de primer nivel.

Hay que reconocer algo, la cuota Hilton vale en sí, cómo negarlo, pero también es todo un testimonio donde se pueden mirar países que no integran el acuerdo de vendedores y compradores.  Y si el Uruguay logra ampliar la Cuota Hilton le estará diciendo al mundo que comparte una buena parte del escenario comercial con sus productos estrellas no solo sin problemas, sino con posibilidades ciertas de crecer. La Cuota es un emblema a partir del cual se puede seguir invirtiendo, creciendo, haciendo negocios con otros bloques y diciéndose a sí mismo que se puede. Esa es la verdad de este negocio, no solo serlo, sino parecerlo.

Hoy,  Uruguay negocia ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Unión Europea (UE), la ampliación de la cuota Hilton –de carne de alta calidad– con motivo de la incorporación de Croacia al bloque comunitario, por lo que hay otra nación que puede, o está en condiciones, de ser comprador por parte de este acuerdo, de las carnes de este lado del mundo. Las gestiones comerciales, sumadas al crecimiento de la producción de carnes, auguran “que lo mejor está por venir”, dijo el vicepresidente del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Fernando Pérez Abella.

La cuota Hilton a la que accede Uruguay es de 6.300 toneladas al año y, junto con la cuota 481, constituyen los dos segmentos de mayor valor para las carnes locales. La cuota 481 en su primer año de negocios, a junio pasado, superó a la cuota Hilton al totalizar ventas por 6.600 toneladas.

Pérez Abella consideró que de mantenerse el precio del ternero, la tendencia de la producción ganadera y de carnes marcará la continuación de un crecimiento sostenido.

El jerarca dijo que esta evolución será muy positiva para el país, sobre todo para la industria frigorífica, que hoy está necesitando una mayor oferta de haciendas en relación  a su capacidad de faena. A su vez esto dará estabilidad al funcionamiento de los frigoríficos y permitirá seguir invirtiendo en seguridad, trazabilidad y modelos de gestión como una industria moderna requiere.

Pérez Abella dijo que acompañaba la posición manifestada por el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, en el sentido de que si Uruguay hubiera tenido actualmente 200 mil toneladas más de carne las exportaba sin inconvenientes. La colocación dejó de ser un problema, “nos queda abrir Japón, donde se está cumpliendo el proceso normal de gestiones para su habilitación”, dijo el vicepresidente de INAC. O sea, un país muy importante del orbe, de primer nivel y que tiene una buena parte de su población con reales posibilidades de ser consumidor de buena envergadura.

A continuación, enfatizó que Uruguay tiene prácticamente todos los mercados abiertos. Un ejemplo es China “que es hoy el principal mercado, algo que hace tres años era impensable, y hay una movilidad de la industria que va eligiendo el precio y la  posición, que por la dinámica propia de los mercados siempre va logrando la colocación de su oferta de carnes”, acotó.

Es clave que todo el país entienda que estas no son “noticias rurales”, sino “noticias fundamentales”. Allí anida uno de los principales problemas del sector primario, el no mostrarse como lo que es, la columna económica del país todo. Los logros de la pecuaria, de la horticultura, de la apicultura, de la citricultura, de todos ellos, son de todos. Un país con un sector primario activo son menos planes de emergencias, menos canastas, menos seguro de paro, menos abigeato. Vamos entonces.