Opinión /
Los límites son políticos
Dice Shakespeare en Las alegres comadres de Windsor que “todo está bien si termina bien”. Es lo que le está pasando al gobierno de José Mujica. Sus exabruptos, sus barbaridades de por ejemplo tratar de nabo a un periodista, sus salidas de protocolo, su claro hocicamiento al peor gobierno argentino para el Uruguay en que se tenga memoria, van de la mano con dos cosas. La economía por un lado, que anda bastante bien, será por la coyuntura internacional, será por lo que sea, y el otro tema es el político. Aunque parezca redundante el gobierno está representando a un partido político que aspiró al poder, lo logró, lo revalidó en las últimas elecciones nacionales y que ahora aspira a seguir.
Tiene buenos márgenes de aceptación, pero la clave de nuevo es política. Incluso el manido tema de la marihuana que tapa el de Pluna, la lentitud del dragado de Marín García o todo lo que tiene que ver con la seguridad mirada en su globalidad. Pero una vuelta de la taba puede terminar por ser durísimo para el gobierno y sobre todo la gente que lo encabeza. Si el Frente llega a ponerse nervioso mirando las encuestas van a empezar las recriminaciones.
O se piensan que a muchos frentistas les caen bien las barbaridades del secretario de la presidencia haciendo apología del consumo de drogas. ¿Qué quiso decir el Dr. Alberto Breccia? Un secretario de la presidencia es un hombre de absoluta confianza del poder que está en lo más alto de la administración, y todo lo que haga y diga debe ser impecable. Más allá de que Mujica cultive otra forma de ser y sentir, pero hay que tener mucho cuidado cuando tenemos un micrófono enfrente, no hable equis equis sino un profesional que está en el gobierno democrático de una nación soberana que es tomada como ejemplo por muchos países del mundo.
Tampoco se trata de asociar a la izquierda o la derecha, Danilo Astori, Tabaré Vázquez, Enrique Pintado son de la savia más frentista y no dicen semejantes barbaridades.
Pensemos también que la idea de vender cigarrillos de marihuana para desestimular el consumo de pasta base es una decisión muy grande, que no es del Mujica, ni del MPP y menos del Frente, sino de un Estado, es una decisión que involucra a la nación, a una nación que es miembro plena de la Organización de las Naciones Unidas, del Mercado Común del Sur, de la Organización de Estados Americanos y, nada menos, de la Organización Mundial de la Salud. Y en ese marco el país ha suscrito convenios que deben ser respetados o al menos atendidos en tiempo y forma, para eso están las relaciones internacionales, para eso hay una cartera de Estado, para eso hay gente preparada. O supuestamente.
Ese Martín Fierro ilustrado que desenvuelve Mujica tiene límites políticos, ahora que tiraron el gato arriba de la mesa no saben qué van a hacer con él; incluso legisladores del partido de gobierno que han salido a los medios se les nota que no están de acuerdo con el tema de la droga estatal dan vueltas para tratar de zafar, es que no quieren contradecir la decisión del presidente, pero son conscientes de que no solo no fueron consultados, sino que se exponen a la crítica de la oposición, de los medios, la opinión pública, buena parte del contexto internacional y que, tristemente pueden empezar a compararnos con la Venezuela de Chávez o la Argentina de Cristina.
Incluso se han opacado los cambios en entes y ministerios que tuvieron una impronta pepista que llamó la atención, cuando el número uno dijo que había que cambiar no solo cuando las cosas andaban mal, sino también cuando daban números positivos. El Uruguay está haciendo un peligroso camino de chavización que no lo quiere ni una buena parte de los que gobiernan.
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