Opinión /
Recurrentes y preocupantes robos de motos que provocan hartazgo
Nuevamente han aparecido robos de motos en la ciudad de Salto. En una situación que realmente cansa. Hay que decir que se ha procesado gente hasta el cansancio, algunos con prisión, y que se ha logrado achicar los números que bastante a mal traer traían a las autoridades y a la población.
Salto es una ciudad llena de motos y se ha formado una especie de mafia que opera llevándose las máquinas de los estacionamientos, sobre todo en horas nocturnas. Con esto han logrado apoderarse de infinidad de motos y ciclomotores, que normalmente comercializan como moto partes, o sea para repuestos usados. También hubo, en cierto momento aunque parece haber desaparecido, el famoso tema de los rescates que obligaban a la gente a pagar por lo que era de ella, pero bueno, en este mundo del revés, el delincuente normalmente gana. Y seguirá ganando porque en una sociedad tan chica actúa a la luz y el descaro que todos sabemos.
Conviene recordarle a la mayoría de la gente que tiene moto, que cuando compre un repuesto usado puede estar lubricando con su dinero el mercado de las motos robadas y ayudando a que esto funcione cada vez en forma más aceitada.
Otro punto que debemos señalar es que el núcleo absolutamente mayoritario que tiene una moto, o dos, es gente de trabajo o estudiantes de los sectores menos favorecidos de la sociedad. O sea, es una guerra de pobres contra pobres, por lo que el delincuente lo que termina haciendo es atacar a una persona trabajadora, naturalmente que no le importa, nada le importa salvo el botín y que le certifiquen su condición de menor, o inimputable por loco, o que lo procesen sin prisión para seguir robando que es lo que sabe hacer y seguirá haciendo cada vez que pueda y lo sigan dejando la permisividad social.
Por lo que cuando a una persona en Salto le roban lo moto, no es solo esto, sino quizás el único y más grande capital que ha logrado reunir en años de trabajo, o la única forma de desplazarse en forma independiente que tiene un estudiante. Es mucho más que los seiscientos o mil dólares que puede salir una moto nueva o usada, sino lo que esa persona podía alcanzar para mejorar su nivel de vida, para no tener que depender de otros o del transporte urbano. Es mucho más que una moto, es parte de su vida.
Es como cuando matan una vaca lechera de un pequeño tambo, no es lo que vale en el mercado, sino lo que representa para esa persona, allí está el verdadero valor del daño que se está haciendo.
Hay gente que sacó una moto a pura cuota y que antes del primer mes se la han robado. Naturalmente que la tiene que seguir pagando, pero pensemos en cómo se sentirá esa persona mientras va mes a mes a pagar la cuota de su compra sabiendo que un degenerado disfruta de lo que con tanto esfuerzo compró y paga.
No es que le robaron la moto al dueño de una casa que vende motos, normalmente se las agarran con gente humilde, que realmente hace enormes esfuerzos para tener ese elemento.
Cada tanto aparece un desguazadero de motos lleno de moto partes, algunas que se pueden identificar entre el barro o la mugre, que entregarlos a sus propietarios es una invitación al sufrimiento. Parece mentira que en años no se hayan podido identificar a los delincuentes, cuando mucha gente averigua por separado y en forma privada donde puede estar, y recurrentemente recibe el nombre de dos o tres barrios que todos conocemos de memoria. Quizás en algún momento enfrentemos la tragedia entre una víctima harta de esto y los que se creen vivos y allí la Justicia actuará a toda velocidad, como ocurrió con el famoso caso del coronel Pertusatti que defendió su vida y la de su anciana madre y activó rápidamente los mecanismos de defensa del reo. Faltaba más.
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