Durante la última cruel dictadura militar en Argentina, Hebe de Bonafini fue una heroína. Organizo el movimiento “Abuelas de Plaza de Mayo”, encabezó manifestaciones que pedían respuestas por los desaparecidos. Era entonces una líder dolorida y valiente. Pero a medida que la democracia se afianzó, fue abrazando posiciones más y más intolerantes.

Su objetivo ya no eran los jerarcas militares que cometieron atrocidades, sino cualquier actor de las democracias de Occidente. Se regocijó con los atentados a las Torres Gemelas y elogió a la ETA, siempre amparada en una coraza invisible: la inmunidad que proporciona el carácter de víctima famosa.

Néstor Kirchner logró atraerla al impulso que le imprimió al tema de los derechos humanos; cientos de militares que seguían libres fueron juzgados. Kirchner, jamás se había interesado antes en los derechos humanos, incluso se le adjudica una frase cínica y antológica: “la izquierda te da fueros”. Con esa posición de juzgar a los cabecillas y esbirros del terrorismo de Estado, se ganó a los progresistas. Hebe Bonafini, se volvió incondicional; las Abuelas de Plaza de Mayo también. Y en base a ello, supo usar a esos organismos como escudos humanos para políticas rapaces y autoritarias. La Bonafini, dejó así al descubierto, otra faceta.

Se introdujo en negocios con el Estado argentino en un ambicioso y publicitado plan de construcción de viviendas sociales. La iniciativa terminó en un escándalo, con visos de fuerte corrupción. Millones de dólares desaparecieron y el solidario plan murió. La causa flagrante derivó en la Justicia Penal.

Los gobiernos de los Kirchner la protegieron y taparon la situación.

Quedó claro de esta forma que la Bonafini y el movimiento de Madres de Plaza Mayo no era un organismo humanitario sino un apéndice de un movimiento político corrupto y ladrón. Ese que hoy, se sabe estaba integrado por verdaderos delincuentes que fueron por todo lo que pudieran robarle al hermano país, a su gente, con métodos de una perfidia nunca ante conocida o practicada. 

Todo en base a una – ahora comprobada - falsa posición progresista que nada tenía de preocupación por los más humildes. Así, la Bonafini y sus “abuelas” se prestaron a ser voceros de supuestas bondades de CFK. La protagonista que quedó en evidencia tras perder su poder, enterrada en el barro de la corrupción y ambición desmedida de riquezas, que nadie se esperaba se pudiera albergar en quien sostenían el relato de políticas que atenderían y beneficiarían a los más humildes, los mas desposeídos. 

Cuando Mauricio Macri ganó las elecciones, levantó el cepo judicial que había sobre los jueces; y se comprometió públicamente que no habría instrucciones o presiones, desde el Poder Ejecutivo y que eran libres de ejercer su oficio. 

Cientos de expedientes sobre corrupción despertaron de su siesta y los ex funcionarios kirchneristas fueron imputados unos tras otros. Bolsos de dólares, lavado de dinero a mansalva, mega negociados, mansiones obscenas y bóvedas ocultas salieron a la luz, impactando en la opinión publica, dando la razón a las investigaciones y denuncias periodísticas de la supuesta “década ganada”. Los periodistas habían sido desacreditados por el poder, y muchos jueces “incentivados” o amedrentados habían enterrado los procedimientos. Para defender lo indefendible, el kirchnerismo tuvo entonces la estrategia de afirmar que Macri manejaba a los jueces y que Cristina, comprometida en varias causas concéntricas, era una perseguida ideológica. 

Hebe de Bonafini, fue de nuevo su más virulenta portavoz. Dijo que Macri era Mussolini o como Hitler. CFK, mostrando su verdadera cara de manipuladora sin escrúpulos, no vaciló en hundir en el desprestigio a Madres de Plaza de Mayo y a su líder de 87 años al inducirla a que se desacatara notoriamente ante un llamado de un juez que la investiga. Prefirió generar una posible refriega entre militantes y la Policía. Apostó y perdió a que la abuela de los derechos humanos, fuera una mártir de una supuesta persecución de Macri. La realidad muestra que a los kirchneristas sólo los persigue la Justicia, por violar reiteradamente el Código Penal. Hoy, Hebe de Bonafini, es un persona desacatada ante la Justicia Penal de su país. De una lucha heroica contra la impunidad, terminó creyendo que ella es impune y que por ello, puede instalarse por encima de la Justicia. Algo llamativamente parecido a aquellos que pregonan en nuestro país, que lo político esta por encima de lo jurídico… Para tenerlo en cuenta.