Por Mario Kroeff Devincenzi
Satisfacciones varias en el espectáculo convocado por la Alianza Francesa de Salto, el jueves pasado en el Ateneo Municipal. Una velada artística con muy buen marco de público, en el entorno de las 200 personas. Jornada calurosa con las damas esgrimiendo sus abanicos.   Alegría con la presencia de público que pagó sus entradas de $ 400 para disfrutar de un concierto homenaje a dos grandes como Carlos Gardel y Edith Piaf.

Un evento redondo para el público y para los organizadores que seguramente pudieron solventar todos los gastos del espectáculo con la recaudación estimada, cultura pagada como corresponde, todo un desafío en estos tiempos de tanto acceso libre y gratuito. Además de un espectáculo de gran calidad que valía desde el primer al último minuto de actuación. Comenzó con 15 minutos de atraso y duró aproximadamente una hora y media de actuación, con sorpresa grata desde el principio hasta el final sin interrupciones programadas ni involuntarias. 

El Ateneo lucía con una decoración e iluminación cuidada, se imponía al costado del escenario un gran piano de cola y otro eléctrico. Al frente dos micrófonos con pie y a la derecha una mesa con mantel y dos sillas, una cuba de hielo y champagne con dos copas. Al medio y hacia atrás, sobre la pared un sinfín de imágenes de Gardel y Piaf en el correr de sus tiempos históricos.  La iluminación y el sonido en todo el recital fueron simplemente espectaculares por su calidad, precisión sin fallas ni acoples imperdonables. Un placer ver y oír tanta profesionalidad al servicio de la música, algo poco frecuente en las producciones locales. Los artistas se movieron de un lado a otro del escenario, bajaron a la platea para cantar caminando entre el público y los micrófonos inalámbricos no  tuvieron una sola falla, un sonido continuo y claro, sencillamente increíble. Felicitaciones al sonidista Derreguibus y al empresario Sabarroz por sus equipos y profesionalismo. 

De Gardel a la Piaf es una idea original de Susana Barrera y Ricardo Artola, el piano y la dirección musical de Raúl Medina, las voces de Nelson Pino y María Noel Taranto. El repertorio incluyó canciones famosas del Zorzal Criollo y el Gorrión de París. Una canción tras otras alternadas, interpretadas por dos voces soberbias. Pino, el embajador del tango uruguayo y ciudadano ilustre de Montevideo, de estampa varonil y estupendo vestuario cantó con solvencia una selección de temas gardelianos, no solo tango, también una habanera, un bolero y una milonga. Por su parte, Taranto, especialista desde hace una década en el cancionero de la diva francesa, deleitó al público con su interpretación sentida y vibrante. Una dinámica sencilla sin falsas pretensiones arriba del escenario por parte de los cantantes que se lucían sobre todo con sus voces y carisma personal. No eran la imitación de Gardel ni de Piaf sino los intérpretes de un merecido homenaje con grado de excelencia. El pianista, el maestro Raúl Medina estuvo a la altura con el acompañamiento musical,  con el piano de cola del Ateneo y otro eléctrico  propio con el que alternaba permanentemente, sin fallas, exuberante, muy justo en la coordinación con las voces de la noche. 

En fin,  una velada musical extraordinaria que perfectamente pudo haber sido la mejor del año en curso. La Alianza Francesa de Salto seguramente habrá quedado satisfecha con la propuesta llevada a cabo a la perfección, y sobre todo con la respuesta razonable del público. El Ateneo como sala anfitriona, salvo el calor, funcionó sin errores de entre casa. Los espectadores, entre los que me incluía, agradecidos con el espectáculo plenamente  disfrutable desde todo punto de vista.