
Lugares únicos en cruces de paralelos y meridianos /
Cazadores de Confluencias: un rara avis en el mercado turístico
Son cazadores, son reales…son turistas nuevos. Son cazadores peculiares. Su presa no es un animal. Buscan lugares en todo el mundo llamados confluencias. Son sitios donde confluyen paralelos y meridianos con número entero de grados. En Uruguay, tiene 18 puntos, uno de ellos en Salto y ya todos fueron ya visitados.
Un ejemplo de la experiencia turística pos moderna que parece volver a los orígenes. Está en juego el concepto de “viaje” y “viajero” que implica esfuerzo, curiosidad y novedad. Desplazarse para cazar confluencias es una modalidad que surge como alternativa al paradigma del turismo organizado. Una práctica que puede parecer peligrosa para los operadores multinacionales que promueven el consumo masivo de imágenes y lugares como si fueran productos de existencia física en vidrieras de un centro comercial.
La división del mundo entre paralelos y meridianos ofrece una serie de puntos de unión, llamados confluencias. El reto de los viajeros consiste en viajar a todos los puntos que se les sea posible, en total 64. 442 puntos, repartidos en tierra firme (21.541), en el mar (38.411) y en los casquetes polares (4.490 ).
El procedimiento es el siguiente: el viajero se informa de los diferentes puntos a visitar a través de la web principal de este movimiento, the Degree Confluence Project o en los distintos blogs especializados. A través de las coordenadas del GPS se puede visitar alguna de las confluencias y el punto más importante del proceso: fotografiarlo y reportarlo para que pase la validación oficial.
En el mundo hay 64.442 puntos donde confluyen paralelos y meridianos con números enteros: 18 están en Uruguay. De acuerdo a las estadísticas del sitio Web, aún quedan confluencias para ser encontradas y entre ellas las que están en los océanos y las que se encuentran demasiado cerca de los polos.
En Uruguay, fueron visitados Isla de Flores (Montevideo), Punta del este (Maldonado), Oratorio (Rocha), Polanco (Lavalleja), San Gabriel (Florida), Arroyo Grande (Flores-San José), Campana (Colonia), El Chajá (Treinta y Tres), Pueblo de la Arena (Durazno), González (Durazno), Nuevo Berlín (Río Negro), Ramón Saravia (Treinta y Tres), Fernández (Cerro Largo), Lorenzo Geires (Paysandú), Pueblo Cuchilla (Paysandú); Pueblo La Bolsa (Salto-Artigas), Sauce de Batoví (Tacuarembó), San Ramón (Tacuarembó),
Algunos anuncian el comienzo del “fin del turismo” a través de estas acciones autodeterminadas y fragmentadas por parte de los turistas y que responden a parámetros que llaman de la modernidad reflexiva. Un circuito de paralelos y meridianos que se cruzan en lugares periféricos para el goce de una auténtica experiencia de viaje. En el caso de las confluencias es una especie de turismo complementario, los practicantes ya son turistas en cualquiera de otras modalidades pero son especiales, se caracterizan por salirse del modelo; vacaciones, viaje y consumos tradicionales pero matizados con rasgos sugerentes del pos turista: el hechizo por los símbolos, el valor de cambio que desconcierta al mercado y la reconfiguración del espacio turístico. Se puede estar cómodamente instalado en un hotel con los servicios clásicos y en una temporada normal pero compensar la angustia de lo rutinario y estandarizado por el reino de la interpretación y el consumo simbólico. Buscar, encontrar y tener derecho a mirar y registrar un lugar único en el mundo en ese mismo punto espacial y temporal.
Hay teóricos del Turismo que sugieren que el esfuerzo y la ansiedad exploratoria de los cazadores de confluencias, les devuelve a los actores el carácter de auténticos viajeros, alejados aunque sea momentáneamente de su condición de meros turistas. El espíritu del viaje sobreviene en una experiencia que implica interacción con personajes del camino y una actitud frente a otras fronteras, ya no las nacionales sino las de la propiedad privada de los lugares encontrados.
Las confluencias son un desafío al orden que impone la cultura aseguran sus promotores. Un movimiento contra la alienación de quienes parecen contentos con las experiencias inauténticas de los viajes a la hiper realidad donde las copias son mejores que los originales. Al final de cuentas se trata de puntos geográficos en el medio del “campo pelado” donde solo se puede caminar, disfrutar del aire libre y sacar fotografías. Parece nada pero significa mucho como protesta a la masificación y el consumismo.
Ver lugares que nunca se vieron antes, no son noticias ni titulares de los medios de comunicación masiva, ni siquiera se sabe exactamente donde quedan. La idea de visitar confluencias fue iniciada por un tal Alex Jarrett en febrero de 1996. Atraído por la idea de poder estar en esos puntos se preguntaba qué habría allí y si otras personas terminarían reconociendo esa práctica como un deporte. El paso del tiempo le dio un sí como respuesta.
Como todo deporte, la caza de confluencias tiene sus reglas. El buscador debe llegar como mínimo a 100 metros del punto. No es necesario dejar una marca o una señal de haber estado allí, aunque hay quienes deciden colocar una bandera, una placa o dejar algún objeto. Sí es obligatorio tomar seis fotografías. Una de ellas debe ser tomada a 100 metros del lugar, luego otras cuatro tienen que ser del punto en sí, tomadas desde los puntos cardinales y la última del GPS (si es que lo lleva) mostrando el punto.
El sitio Web que reúne a los aficionados supervisa y "homologa" las visitas a puntos. Si bien los administradores de la página señalan que "creen a la gente", de todos modos procesan los reportes, miran que no haya errores y cuando los consideran válidos los colocan en la página de modo "activo".
Más allá que para muchos el deporte implique visitar confluencias a la que otros no llegaron anteriormente, el proyecto alienta a que las personas vayan a las que ya fueron encontradas.
En la página Web del proyecto Confluencia hay algunos consejos para los cazadores de esos lugares físicos en los que se producen las intersecciones de líneas imaginarias. El mínimo equipamiento válido para practicar esta actividad es un buen mapa, una cámara y una brújula. El GPS es también recomendable, aunque se puede lograr sin contar con uno. Si el punto está ubicado en un lugar privado, "siempre" se recomienda pedir permiso. Sugieren solicitarlo antes de iniciar el viaje, para no tener contratiempos. Además, informan que la caza de confluencias no es un problema en los países que tienen "libertad individual de movimientos", siempre y cuando no se traspase instalaciones militares. El uso de GPS es libre en la mayoría de los países. Señalan dos excepciones: Rusia y China. En el sitio de Internet www.confluence.org están los mapas y relatos por países.
Especial para La Prensa, por Mario Kroeff Devincenzi. Técnico en Turismo de la UDELAR.
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