La falta de mano de obra calificada y la imperiosa necesidad de asociar la productividad a los incrementos salariales son los desafíos a enfrentar hoy, a diez años de la crisis de 2002. La peor que vivió el país, pero la que fue seguida por el mayor período de  crecimiento y desarrollo logrado por el país, gracias a una coyuntura internacional nueva e inédita, más que a méritos propios.

El desempleo y recuperación salarial eran los principales reclamos de la proclama del Pit-Cnt el 1º de mayo de 2002. Diez años después, el mercado laboral ha experimentado cambios profundos. No obstante, aun con un nivel de desempleo histórico y una tasa de ocupación del 63%, el país enfrenta problemas de índole estructural.

Desde el mismo gobierno se ha reconocido que si los niveles de crecimiento del salario no son acompañados con un aumento de la productividad,  algo que esta en deuda en muchísimos círculos de la actividad,  surgirá una  dura limitante si no se entiende que para ganar más, se debe tener mayor eficiencia y rendimiento.

Algo que esta en la tapa de los libros, porque si el crecimiento de los costos laborales es más veloz  que la evolución de los niveles de rentabilidad se corre el riesgo de que la empresa pierda sustentabilidad, se caiga y con ello se pierdan los siempre importantes puestos de trabajo.

Por ello es básico y primordial incrementar los niveles de productividad y valor agregado, lo que se entiende es básico para el desarrollo sostenible a largo plazo de las actividades y empresas.

Para superar esta coyuntura, algunos sectores de la actividad económica deberán invertir más en dos puntos: en  tecnología para la producción y la formación de sus trabajadores.  Máxime, que para ir acomodando el país a la realidad de que esta coyuntura basada en la exportación de materias primas, tiene un techo  y es muy posible que cambie o se transforme con el paso del tiempo. Ya paso antes.

Para ello, es necesario  sumar valor agregado a todo lo que el país produce, lo que llama a lograr un gran consenso social para impulsar proyectos industriales que en  algunos casos, podrían estar vinculados a la megaminería o el procesamiento de hierro.  Pero, es básico,  reconocer y alertar sobre los incrementos artificiales en salario sin contrapartidas, ya que más tarde o más temprano se pagarán con la pérdida de fuentes de trabajo. Aquellos trabajadores que no inviertan esfuerzos en actividades de formación y actualización, serán los más expuestos a perder su empleo en un eventual contexto recesivo, que a como están las  cosas en este mundo globalizado, esta siempre latente.