En el año 2015 nació a manos de algunos estudiantes de la universidad de la República la iniciativa “Casa ajena”, con el propósito de llevar la lectura a aquellas personas que no tienen forma de acceder a ella.

Hoy, el colectivo sigue vigente más que nunca y continúa con su trabajo “de promover la lectura en personas no videntes y con baja visión”. Para ello, cuentan con “un grupo de personas encargadas de leer en forma domiciliaria un libro seleccionado previamente por la persona que quiera escucharlo”.

Según relatan, “la metodología de este proyecto se realiza” en sesiones “de una hora, donde un integrante de nuestro proyecto se acercará con el libro en mano para comenzar la lectura a domicilio”.

De acuerdo a Daniela Olivar, una de las encargadas del colectivo, cuentan con una biblioteca que la han “conseguido fusionando bibliotecas de amigos” y por el momento tienen “un total de 400? libros. Aseguró que “no hay límite de edad en los oyentes, como tampoco es excluyente que sea ciego o de baja visión”.

La problemática del “traslado de personas con distintas capacidades” a diferentes lugares, motivó a que la metodología de trabajo sea “ir a su domicilio directamente” y de este modo lograr que “el presunto aislamiento voluntario e involuntario de estas personas” se rompa a través de “un relacionamiento sano, seguro, confiable; acercándonos a sus hogares, cruzando de esta forma esa barrera concebida ya sea por el entorno o por el propio individuo afectado por una u otra dificultad de vinculación con el medio”.